Redacción
¿Un grito podría servir de algo? Pues sí, gritar desde los tejados (o contra la almohada) puede ser un gran alivio, especialmente cuando los problemas que enfrentamos parecen tan grandes que no sabemos cómo empezar a solucionarlos.
Descargar tus sentimientos, ya sea a través de una charla con tu mejor amigo o la liberación de tu bramido más cordial desde tu balcón, es una forma buena y probada de liberar la tensión, afirma John Norcross, profesor de psicología en la Universidad de Scranton.
Pero no esperes que tus problemas se evaporen. En los años 60 y 70, la terapia del “grito primordial” estaba de moda entre personajes tan reconocidos como John Lennon y Yoko Ono. Consistía en abordar los problemas psicológicos simplemente sacándolos de su sistema. Pero gritar solo ofrece una liberación a corto plazo.
Si no quieres estar gritando todo el tiempo, debes averiguar qué problemas te están provocando esas emociones difíciles y trabajar para encontrar algunos mecanismos de afrontamiento más saludables para resolverlos.
Por ejemplo, si sientes enojo y frustración porque las personas ignoran tus deseos o no te escuchan, indican desde Mayo Clinic, la práctica de tácticas de afirmación saludables probablemente te dará mejores resultados a largo plazo que voltear una mesa. Pero eso no significa que un “cambio de mesa” metafórico en la privacidad de tu propia casa no pueda ayudarte a brindarte la tranquilidad que necesitas para concentrarte en el panorama general.
Piensa en gritar y ventilar más como una curita que como una cura mágica. Definitivamente puede hacer que te sientas mejor, y eso es genial, pero aún queda trabajo por hacer una vez que el ruido se desvanezca.
Así entonces, la próxima vez que sientas que estás a punto de desbordarte, no tengas miedo de aullar al viento (solo trata de no asustar a tus vecinos). Pero una vez que te sientas un poco mejor, es hora de comenzar a hacer el verdadero trabajo.
Con información de Grandes Medios