Cambiar de celular cada dos años contamina y vacía tu bolsillo

Redacción

La innovación tecnológica mantiene en constante renovación nuestros dispositivos móviles. Cambiar de celular cada dos años se ha convertido en una costumbre motivada por el deseo de acceder a nuevas funciones, evitar fallas o simplemente seguir la moda. Sin embargo, esta práctica tiene un alto costo económico y ambiental.

De acuerdo con un estudio de Certideal, empresa especializada en la venta de teléfonos reacondicionados, hay formas de extender la vida útil de un celular hasta cinco años o más. Para ello, es clave evitar errores comunes que aceleran su desgaste, como el uso de cargadores no originales, que generan sobrecargas eléctricas, o dejar que la batería se descargue por completo antes de cargarla, lo que acorta la vida de las celdas de ion de litio.

Además, antes de reemplazar un dispositivo, es posible recuperar su funcionalidad con acciones simples como eliminar aplicaciones innecesarias o cambiar la batería. También se recomienda usar fundas y protectores de pantalla, actualizar el sistema operativo y hacer limpiezas periódicas de archivos.

Cambiar de celular con frecuencia no solo representa un gasto considerable, sino que genera desechos electrónicos difíciles de reciclar. Los dispositivos contienen metales pesados y sustancias tóxicas que contaminan el suelo, el agua y el aire si no se gestionan adecuadamente. Según estimaciones, un solo celular mal desechado puede contaminar hasta 600 mil litros de agua.

La producción masiva de teléfonos móviles también implica una intensa explotación de recursos naturales y la emisión de gases de efecto invernadero. Por ello, prolongar la vida útil del celular no solo beneficia al usuario, sino que contribuye a reducir el impacto ambiental de la industria tecnológica.