Los americanistas de Aguascalientes no quieren que descienda Necaxa

Francisco Espinosa

Aguascalientes, Ags.- Michael Arroyo tuvo en sus pies una victoria que hubiese significado algo más que tres puntos para un equipo que hasta hace poco no estaba acostumbrado a los altibajos futbolísticos. El América ha sido en los últimos años un animador de la Liga en México, con un par de campeonatos que lo han puesto como el equipo más ganador en la historia del fútbol mexicano. Sin embargo, como un simbolismo de la mala racha, el disparo que el ecuatoriano sacó tras uno de sus tradicionales regates se estrelló en el travesaño del necaxista Marcelo Barovero quien solo alcanzó a tener una reacción con la mirada. Hace un tiempo, esa pelota acababa en las redes.

Sin entrenador oficial, el cuadro de Coapa se paró en la cancha del Estadio Victoria para intentar sanar el irregular paso que han tenido en el Apertura 2016, un torneo diferente para el americanismo que en unas semanas festejará 100 años de existencia. La expectativa de lo que se planificó como un año extraordinario han quedado muy por detrás con una dolorosa derrota en el clásico nacional y siendo incapaces de hacerse fuerte en casa; al parecer, el Estadio Azteca ha dejado de pesar tanto para la Selección Mexicana como para el América. Incapaces de plantarse en terreno sólido, la marcha de Ignacio Ambriz es junto a la remontada frenética ante Cruz Azul lo único que la afición americanista ha celebrado en los últimos días.

Sin embargo, lejos del caos que provoca la Ciudad de México, en provincia el americanismo se comporta como un ritual de fe. La presencia del América en Aguascalientes no entendió de malos momentos o de carecer de un entrenador oficial. A la gente azulcrema le interesaba solo una cosa: ver a sus ídolos de cerca, aunque de muy cerca no tuvieron oportunidad al aplicar un operativo como sí los jugadores de Coapa fueran secretarios de Estado y de Estados Unidos.

Aunado a lo qué pasa en cualquier parte del país, las ganas de futbol de primera división tras un largo periodo provocó que los americanistas gozarán todavía más la presencia del Sambueza y compañía. Lejos de lo que se pudiera pensar, es evidente que Necaxa ya no es tan visitante en su propia casa, aunque el peso del otro se sigue notando sin disimulo.

Ya en el césped, las cosas sucedieron tal como lo pudo pensar cualquiera que entienda un poco de las jerarquías que siempre pesan cuando la pelota rueda. América fue más en el partido, pero el resultado acompañó la rutina que en la que está inmerso el cuadro que todavía no define entrenador. Un empate a un gol que para los asistentes al estadio dejó satisfechos.

Los aguascalentenses americanistas no quieren que Necaxa descienda otra vez, no tanto por asociar su lugar de residencia con un cariño momentáneo, sino por la posibilidad de seguir recibiendo con brazos abiertos al equipo de sus amores.

Lejos de la dinámica que enamoró a sus aficionados hasta hace poco, el cuadro azulcrema logró anotar gracias a una pelota parada. El festejo prematuro en el primer tiempo supuso imaginar una noche tranquila para el cuadro capitalino, hasta que un chispazo de esos que regala a veces Edson Puch provocó un penal que el mismo chileno cobró en el ángulo. Después de eso, si hubo emociones, pero de sustanciosa importancia se presentaron en el partido. Al final, a pesar de ser superado, fue el seleccionado nacional andino quien tuvo en sus pies una victoria que alejara aún mas a los Rayos del descenso, pero su persistencia al brillo propio lo bloqueó de definir tranquilo queriendo eludir al arquero.

Un empate que va a las estadísticas que deja sensaciones tan distintas. En la grada, el tono de satisfacción se planteó sin más para entender que el resultado era justo para el tiempo de espera que la gente tuvo que sufrir para ver a su equipo de nuevo en este suelo. En las filas necaxistas, quienes no accedieron a hablar con la prensa debido a un convivio con las familias de los jugadores, el sentimiento de seguir saliendo de un problema porcentual dibujó una noche tranquila. Fue de lado americanista donde las caras son expresión brillaron desde el presidente Ricardo Peláez, quien eludió a los micrófonos, hasta los pocos que se pararon en zona mixta cuidando sus palabras para intentar mantener la calma.

A mitad del torneo, dos equipos a los que hasta hace poco les dijeron que ya no podían ser hermanos, se enfrentaron cada uno con una misión diferente. Al final, la diplomacia prevaleció dejando en la gente una sensación de placebo que calma más por cuestiones emocionales sin mucho remedio real. El empate entre América y Necaxa pasó desapercibido. Tanto, que el equipo local armó un convivencia familiar al final, mientras que los jugadores visitantes tuvieron que responder más sobre su futuro entrenador del que dicen no saben nada, aunque nadie les cree.

Y sí hablamos de cifras, los que ganaron anoche fueron la directiva de Necaxa que para este juego incrementó en 200 por ciento las entradas, mismas que se agotaron.