“A chillar a otra parte”. Fin del lamento opositor

Vigilia. Entre lo público, la razón y el juicio

Miguel Ángel Juárez Frías

juarezfrias@gmail.com

Estos días previos a la jornada electoral fueron muy aleccionadores, y las horas siguientes al cierre de casillas, todavía más. Confirmaron lo que parece ser un rasgo  genético de nuestra clase política: estar en contra de todo, cuando no lo hacen ellos. 

Por eso, hoy decimos que ya no hay espacio para la simulación en el discurso y el lamento mediático. Ni para los reclamos huecos, mucho menos para la estrategia de la derrota permanente, esa que dejó sembrada la semilla de “Gánale a Morena”.

Los hechos están sobre la mesa:

  • La elección judicial de 2025 fue legal, conforme al marco aprobado por el Congreso.
  • Fue organizada con estructura civil responsable: INE, OPLES, casillas, observadores, boletas.
  • Participaron millones de ciudadanos, más allá de que algunos quieran minimizar esa cifra.
  • Hay integrantes votados y en unas horas electos del Poder Judicial federal y local, quienes iniciarán funciones en el tercer trimestre de este año.

Ahora bien, la pregunta que se pretende sembrar y que no cabe en la posición de muchos actores es: ¿Es legítima la elección?


 Por un lado, para quienes votaron, lo es porque ejercieron su derecho y asumieron el deber de participar. Por otro lado, para quienes se abstuvieron, no necesariamente es ilegítima.


Es en esta idea, de que la abstención equivale a ilegitimidad, donde radica uno de los errores de fondo de los opositores: suponer que la abstención masiva equivale a un rechazo unánime.

Lo dije antes, y lo sostengo ahora: no todo el que se quedó en casa está en contra, así como tampoco todo el que votó lo hizo por convicción democrática y republicana. Máxime que entre los opositores que hoy reclaman ilegitimidad, está su mano en las pírricas movilizaciones para llevar a ciudadanos a votar.

En esta lógica, debemos de saber que la democracia se abre a una visión múltiple:  es un campo de complejidades, matices y silencios diversos. Quienes hoy descalifican desde la oposición partidista parecen olvidar que fueron ellos quienes convocaron al vacío, quienes construyeron la narrativa del “boicot cívico” y hoy reclaman lo que no supieron defender con votos.

No hay dignidad en el reclamo, cuando la omisión y la abstención fue promovida como estrategia.

Sí, la elección fue imperfecta. La reforma judicial fue impuesta, y lo hemos señalado desde el primer momento. Sí, el diseño institucional fue torpe, no tramposo, quizá porque no les alcanzó para más.

Pero el resultado no puede ser desechado por berrinche político, ni invalidado por interpretaciones ideológicas y tendenciosas del abstencionismo. 

Vuelvo a señalar, no se construye desde la trinchera del “yo no estuve”. Porque la democracia, con todo y sus imperfecciones (que no son pocas), no se edifica con ausencias

No elegimos bajo el mejor modelo, pero se votó, se contó y se decidió. Cerrar la puerta de la descalificación no significa callar. Significa dejar de usar el lamento como consigna.

Como respondí hace unas horas: “Hasta este momento ya hay integrantes del Poder Judicial federal y local en proceso de ser electos. Porque votados ya fueron. Así es que, a varios habría que entonarles esa canción melódica que hasta acordeón lleva: “A chillar a otra parte”.”.

Hoy, México tiene ciudadanas y ciudadanos que formarán parte de una nueva etapa del Poder Judicial.


Habrá tiempo para evaluar a quienes sean los electos e inicien funciones. Habrá tiempo para exigirles profesionalismo, independencia, autonomía, ética. Porque si algo también debieron aprender los que llegarán al cargo, es que ya están en la ventanilla pública, en el ojo de la auscultación ciudadana. 

Así es que, cerró la urna. Se abre la responsabilidad.

El tiempo del discurso terminó; ahora viene el tiempo del compromiso.


Cada jueza, cada juez que llega por la vía ciudadana, debe entender que su lealtad no es con quien los impulsó, sino con la justicia que le deben a la sociedad y al Estado de Derecho.

Nos leemos en la siguiente.