Sufren precariedad trabajadores de espectáculos masivos

Redacción

Por tomar una fotografía, voltear a ver al artista o contestar una llamada, cientos de jóvenes y adultos que laboran en conciertos y festivales musicales son sancionados o despedidos, en medio de condiciones laborales precarias y sin garantías mínimas de ley.

Empleados subcontratados por promotoras como Ocesa y empresas como Local Crew denunciaron que deben cumplir jornadas de hasta 10 horas por 300 pesos diarios, sin prestaciones ni seguridad social. A esto se suma la prohibición estricta de usar el celular, tomar fotos, grabar videos o incluso sentarse durante el evento.

“Te tienen en el sol todo el tiempo, si grabas te pueden correr, y si vas al baño sin avisar, es abandono de puesto”, relató Susana, nombre ficticio de una joven que trabaja para Local Crew, quien pidió anonimato por temor a represalias. Aseguró que en las inducciones les advierten que tomar una fotografía puede interpretarse como una invasión a la privacidad del artista y es causa de despido inmediato.

Aunque los contratos exigen presentarse con uniforme completo, la mayoría de los trabajadores sólo reciben una chamarra rompevientos, sin calzado o ropa adecuada para jornadas de pie. Usar tenis está prohibido, aunque se mantengan horas sin descanso.

“Cada que sacas el celular te hacen una advertencia, a la tercera te corren”, agregó la joven, quien narró que las condiciones laborales se endurecen en recintos como el estadio GNP, el Palacio de los Deportes y el Autódromo Hermanos Rodríguez.

Además del bajo salario, empleados denunciaron favoritismos, robo de pertenencias entre compañeros y falta de capacitación para contener incidentes violentos.

De acuerdo con La Jornada, los empleos en conciertos son ofrecidos como una opción flexible para jóvenes que buscan ingresos rápidos y la oportunidad de estar cerca de sus artistas favoritos, aunque la realidad es otra.

Los testimonios difundidos en redes sociales como TikTok coinciden en que se trata de trabajos extenuantes, sin garantías laborales y con reglas estrictas que castigan incluso gestos mínimos de descanso o distracción.

Con información de: La Jornada