30 años de la visita de un Papa a Aguascalientes

Gilberto Valadez

Aguascalientes, Ags.- La mañana del martes 8 de mayo de 1990, la ciudad de Aguascalientes detuvo la mayoría de sus actividades y concentró toda la atención en lo que acontecía en las afueras del aeropuerto local.

Aquel día ocurrió un hecho sin antecedentes y que a la actualidad permanece como inédito. La visita del máximo jefe de la iglesia católica a tierras aguascalentenses; aunque en realidad se trató de una estancia de escasos minutos y sin llegar a la capital del estado.

El Papa Juan Pablo II se encontraba en México, como parte de su segunda visita oficial, y el itinerario incluyó una breve presencia en el aeropuerto de Aguascalientes, antes de volar a San Juan de los Lagos.

Detrás de la cortina de hierro

Nacido en Polonia, Karol Wojtyla – su nombre real- se convirtió en 1978 en el primer sumo pontífice de la era moderna que no había nacido en Italia. A ese Papado se le atribuyen méritos como la caída del comunismo, la apertura eclesial a gobiernos de diferentes corrientes ideológicas como la Cuba de Fidel Castro; pero también se le sigue cuestionando por su desdén a las demandas de pedofilia cometida por sacerdotes.

A los pocos meses de ser elegido en El Vaticano, Juan Pablo II visitó México en enero de 1979, en un suceso que generó la atención incluso de los grupos no religiosos; pues además de la capital del país también realizó gira por Guadalajara, Puebla y Monterrey.

Más de diez años después, bajo el auspicio de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, se gestionó un segundo viaje oficial del sumo pontífice a territorio mexicano. El Papa arribó a la Ciudad de México el domingo 6 de mayo y dos días después estaba en Aguascalientes.

Aunque la presencia del pontífice en una ciudad con amplia mayoría católica generó revuelo entre los fieles, en realidad la visita se limitaría a una breve estancia en el aeropuerto local, situado a 20 kilómetros al sur de la urbe.

Ello no importó a cientos y cientos de aguascalentenses, que se trasladaron desde la noche anterior y en medio de una intensa lluvia para abarrotar el estacionamiento de la central aérea, habilitada momentáneamente para el acto.

Muchos incluso se fueron caminando como si se tratara de ir a San Juan, aunque el destino era más cercano y lo hicieron igual como una forma de sacrificio.

“Los corazones calientes”

Poco después de las nueve horas de ese 8 de mayo, el Papa polaco arribó en avión al aeropuerto de la capital, siendo recibido por el gobernador Miguel Angel Barberena y el obispo Rafael Múñoz Núñez.

Recorrió en el Papamóvil un improvisado camino habilitado para que pudiera saludar más cerca a los fieles y luego subió a un elevado templete construido a un lado del edificio del aeropuerto donde se colocaron maquetas alusivas a las fachadas del Teatro Morelos, el Jardín de San Marcos y el Museo de la Ciudad, que en realidad el Papa no tendría oportunidad de conocer personalmente, aunado a un mensaje escrito sobre la base que era visible desde el frente “Aguascalientes vive en Dios y Él está con nosotros”.

En su mensaje, hablando siempre en español, Juan Pablo II admitió la premura de la gira por Aguascalientes: “Hubiera deseado que esta breve visita se hubiera prolongado para poder así compartir con vosotros más largamente las vivencias de la fe y el amor que nos une”.

Después, dedicó parte de su exhorto hacia el magisterio, haciendo hincapié en la necesidad de la educación. “Queridos maestros: como profesionales de la educación y como hijos de la Iglesia católica sois conscientes de que conseguir unos objetivos elevados no depende sólo de los sistemas pedagógicos. El mejor método de educación es el amor a vuestros alumnos, vuestra autoridad moral, los valores que encarnáis”.

No obstante, lo más recordado del mensaje del Papa fueron sus elogios al nombre de la misma ciudad y su comparación a lo que representa con México: “Quiero decir que éste nombre, Aguascalientes, es un nombre muy lindo, muy bello. Para mí es un nombre que recuerda a México: a los corazones calientes. Aguascalientes es un nombre simbólico para decir México se puede decir Aguascalientes”.

En medio de los aplausos de los cientos de asistentes, el Papa externó su despedida que parecía el anuncio de una siguiente gira. “Hasta la otra vez, adiós”.

Después, bajó del templete, ingresó al edificio del aeropuerto local y abordó un helicóptero oficial con la clave XA-UHN que lo trasladaría por vía aérea hacia la basílica de San Juan de los Lagos, en el municipio jalisciense del mismo nombre.

Calles, monumentos y un embajador

Después de la gira de 1990, Juan Pablo II volvería en tres ocasiones más a México durante los años de 1993, 1999 y 2002. Sin embargo, ya no regresaría a territorio de Aguascalientes. El pontífice falleció el 2 de abril del año 2005.

Los siguientes sucesores al trono de San Pedro también han visitado México: el alemán Benedicto XVI lo hizo en 2012, mientras el argentino Francisco tuvo gira pastoral apenas en 2016. Ambos volaron a algunas ciudades de la república y se reunieron con fieles de diversas plazas nacionales. Sin embargo, Aguascalientes no figuraría en ninguno de los itinerarios.

Con todo, la sociedad de Aguascalientes, que en su mayoría sigue siendo católica, no olvidaría al papa polaco pues en 1999 se autorizó una calle con el nombre de Juan Pablo II en esta ciudad, mientras que en 2003 fue inaugurada una estatua dedicada al pontífice en un jardín público. 

Aquella segunda gira del Papa por México sería un primer acercamiento con el gobierno mexicano que aprovechó la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, que había arribado en 1988, pero entre numerosas acusaciones de fraude electoral.

Pero en 1992, Salinas concretó reformas constitucionales para devolverle estatus jurídico a las iglesias en México y de paso reanudaría las relaciones diplomáticas con El Vaticano.

Para ello, el presidente recurrió precisamente a un ex gobernador de Aguascalientes, Enrique Olivares Santana, designado primer embajador ante la Santa Sede.


Juan Pablo II en Aguascalientes