Un dolor que aprieta el alma

Editorial
Aguascalientes, Ags.- Siempre las acciones que se deben emprender, pareciera que se aparecen en nuestra cara después de ocurridos los hechos, siempre andamos atropellados con acciones reactivas y siempre postergando las acciones proactivas.

Los viejos son sabios, cuando en la autocrítica nos dicen “… después de ahogado el niño, tapado el pozo …”

No es para menos; la consternación, impotencia, asombro, tristeza, y muchos adjetivos más, quizá no describan en nada, lo que sufren las familias involucradas, lo que ha afectado y representa para miles de familias en el País, lo acaecido en Nuevo León.

Miles de palabras, cientos de textos, en cualquier medio se han publicado.

Se aparece en el correr de las tintas, el llamado de la acción inmediata a realizar: la operación mochila, la revisión del acceso a las armas de fuego, el derecho de portación y de posesión de armas de fuego,  y un número importante de medidas, todas seguramente con el mejor de los fines.

Sin menoscabo de todas esas acciones, debemos de volver la vista a la formación educativa, la formación en nuestro hogar y en nuestra escuela; entre ambas, la del hogar con la mayor preponderancia, porque es allí donde te formas.  “… si el hogar fracasa, no le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar, … hay docencia y formación en cada madre, … en cada padre, …”,  el hogar pues, “… es el ejemplo formador en las profundidades de un ser que se está formando…” como lo dijera con atino José Mújica.

Se presenta pues urgente e igual de importante, atender un programa intensivo con los padres de familia, es en este espacio la principal de las tareas, en un ejercicio integral, interdisciplinario  e interinstitucional.

Una voz más, pero voz al fin.

+La frase que intitula este editorial es del maestro Sabines