Trump golpea, México ¡reacciona!: La urgencia de una estrategia soberana.

Miguel Ángel Juárez Frías

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Me desveló un poco la retórica protagónica del día de ayer del presidente estadounidense, y para no quedarnos en el silencio pasivo, nos propusimos generar estas líneas. En un momento donde la retórica política se impone sobre los hechos, es fundamental separar la propaganda de la realidad para entender el verdadero impacto de estas declaraciones. Con respeto siempre antepuesto, porque el propósito no es atizar la polarización, sino aportar un análisis que invite a la reflexión sobre los desafíos que enfrenta México. 

La gran mayoría de la sociedad parece estar atrapada en la polarización, lo que nos impide centrarnos en el interés nacional. Este fenómeno debería ser combatido, especialmente por quienes ejercen el poder público y tienen la responsabilidad de fomentar la conciliación en México.

Perdidos en su propio laberinto de la transformación, han olvidado “algunos de ellos” que México no son solo 33 millones de personas, una cifra significativa, pero que no representa a los casi 130 millones de mexicanos. Con esa falsa retórica, algunos izan banderas y tocan tambores en argumentos fratricidas. Pero también, del otro lado, se sigue con la nostalgia y la autocomplacencia, con los ojos cerrados ante una ciudadanía mayoritaria que reclamó el olvido y la desatención, esa sociedad que también dijo basta, que les retiró la confianza, pero que parece que no reflexiona sobre ello, enfrascados en la administración de la derrota y en una oposición basada en la descalificación sistemática.

En esa línea de actuación, la discusión en lo interno entre defensores y detractores se pierde en el ruido de las calificaciones simplistas y absurdas, en cortinas de humo que parecen telones de teatro operístico, ambos bandos esmerándose en aturdir a la sociedad con argumentos estériles, comprometidos en la distracción para no atender lo de fondo.

Esta división interna no solo nos debilita como nación, sino que también nos hace más vulnerables ante las presiones externas. En un mundo cada vez más interconectado, las decisiones de otros países, especialmente de nuestro vecino del norte, tienen un impacto directo en nuestra economía y seguridad.

Es urgente consolidar un frente nacional y una reconciliación interna, porque mientras en México seguimos entrampados en debates intrascendentes, Trump ha dejado claro cuál es la prioridad de su administración: salvaguardar los intereses estadounidenses a cualquier costo, incluso si esto significa debilitar a sus socios estratégicos como México.

Su discurso del 4 de marzo no solo refuerza su postura proteccionista, sino que también amenaza la estabilidad económica de México al sostener la imposición de los aranceles sobre nuestras exportaciones, golpeando sectores clave como el automotriz y manufacturero, de los cuales también depende la economía estadounidense.

De igual forma, sigue desviando la atención culpando a nuestro país por la crisis de opioides en su territorio. Hay que decirlo con claridad: México bajo ninguna circunstancia llenó de fentanilo las tierras americanas. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), En los Estados Unidos aproximadamente 108.000 personas murieron por sobredosis relacionadas con las drogas en 2022, incluidas las de origen ilícito o con receta. Por otro lado, según Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) tan solo en Estados Unidos, en 2021, más de 46 millones de personas padecían de al menos un trastorno por consumo de sustancias, y en un informe del Congreso de EE.UU. (2021) se señala que las farmacéuticas jugaron un papel clave en la crisis al promover el uso excesivo de opioides recetados y después empujar al consumidor dependiente a la compra clandestina e ilegal, cerrando así el círculo de un negocio redondo en el mercado del narcotráfico.

Aunque México es una ruta de tráfico de fentanilo, el Departamento de Estado de EE.UU. reconoce que la mayoría de los precursores químicos para producir esta droga provienen de Asia, no de México. Aun así, Washington insiste en responsabilizar a nuestro país en lugar de abordar la raíz del problema: consumo masivo, la negligencia de sus propias farmacéuticas y la falta de control sobre la distribución de drogas en su territorio, un problema de salud pública que se originó dentro de sus propias fronteras. 

Más aún, el proteccionismo económico de Trump con la imposición de aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas es una maniobra política que no busca justicia comercial, sino debilitar la economía de nuestro país para imponer condiciones de sumisión. Este escenario no solo impacta nuestra estructura productiva, sino que también condiciona el discurso político interno, desviando la atención hacia el falso debate sobre culpabilidad en el tráfico de drogas.

Sin embargo, esta visión ignora que EE.UU. también depende de México en sectores clave como el automotriz, manufacturero y energético. El comercio bilateral entre México y Estados Unidos en 2023 fue de más de 720 mil millones de dólares, según la Secretaría de Economía. Paradógicamente, las medidas impuestas por Trump golpearán no solo a México, sino también a los consumidores y empresas estadounidenses que dependen de esta relación comercial.

En nuestro país se debe reaccionar con firmeza y replantear su política exterior para evitar ser un simple peón en la agenda estadounidense. De acuerdo con el Banco de México, entre enero y abril de 2024, el 83% de las exportaciones mexicanas se dirigieron a Estados Unidos. Esta cifra es un incremento respecto a 2023, cuando el porcentaje fue de 82.7%, lo que refleja una vulnerabilidad crítica. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) ha señalado que la falta de diversificación de mercados hace a México dependiente de los cambios en la política comercial estadounidense. Para reducir esta dependencia, es necesario:

  • Diversificar los mercados de exportación: Fortalecer relaciones comerciales con la Unión Europea, Asia y América del Sur para reducir la vulnerabilidad ante las decisiones de EE.UU.
  • Fomentar la inversión interna: Implementar incentivos fiscales y programas de desarrollo económico que impulsen la producción y el consumo local.
  • Atender las causas estructurales de la inseguridad y migración: Desarrollar políticas públicas enfocadas en generar empleo y desarrollo en regiones marginadas.
  • Reforzar la cooperación internacional en seguridad sin aceptar imposiciones: Buscar acuerdos en materia de seguridad con una postura firme que no sacrifique la soberanía nacional.
  • Establecer una política comercial proactiva: Negociar con otros bloques económicos para garantizar un margen de maniobra ante presiones externas.
  • Fortalecer un bloque latinoamericano de negociación: México debe impulsar una mayor integración con los países de América Latina para actuar como un contrapeso a la hegemonía económica de EE.UU.

El gobierno mexicano no puede seguir actuando con tibieza ni aceptar sin más las imposiciones de Washington. México debe asumir con responsabilidad su papel en el contexto global y avanzar en la construcción de un modelo económico independiente, basado en la diversificación y la autosuficiencia. 

Es momento de recuperar nuestra dignidad como nación, defender nuestros intereses y construir una estrategia económica que nos libere de esta dependencia. Si no tomamos decisiones estratégicas hoy, el futuro de México quedará a merced de políticas extranjeras que no nos favorecen. 

La soberanía no se negocia, pero tampoco se defiende sola: requiere decisiones firmes y visión de Estado. Es tiempo de que el gobierno mexicano, los sectores productivos y la sociedad asumamos nuestro papel en la construcción de un México que no dependa de la voluntad extranjera, sino de su propia capacidad para trazar su destino.