Terrifier, la película fuera de las convenciones del cine de terror

Redacción

Aficionarse a las películas incluye la posibilidad de anhelar filmarlas. El idilio de Damien Leone con el cine surgió, como las pasiones más hondas, durante la infancia. En la soledad de su habitación, aprendió a registrar breves escenas y a diseñar rudimentarios efectos especiales. Años más tarde, con el mismo arrojo autodidacta, canjeó una matrícula en la escuela de cine por la audacia de aprender el oficio en el set.

Con la mente colmada de influencias fílmicas de los 70 y 80, convenció a su madre para estirar el límite de sus tarjetas de crédito, de modo que pudiera financiarle un cortometraje en 35 milímetros. Su apuesta era ambiciosa: enviaría ese material a tantos festivales como fuera posible, con la esperanza de atraer miradas —y billeteras— que le permitieran filmar un proyecto de mayor envergadura.

El futuro realizador ideó un proyecto digno de su habilidad para alterar la realidad con maquillajes y texturas. Eligió el horror como insignia y emprendió el rodaje de El noveno círculo (2008). En ese cortometraje atestado de monstruos y criaturas sanguinarias apareció por primera vez Art the Clown, un asesino serial que, enfundado en un blanquinegro disfraz de arlequín, se regodea en el sufrimiento ajeno.

Ese siniestro payaso asesino de nariz afilada y permanente sonrisa demoníaca ha protagonizado varios proyectos de Leone, pero dos de ellos le han conferido el estatus de celebridad de culto: Terrifier (2016) y su secuela, Terrifier 2, que se estrenó en cines mexicanos el pasado jueves. Si la primera doblegó sensibilidades por la crudeza gráfica de sus escenas (con cabezas cercenadas y brutales asesinatos perpetrados con sierras eléctricas), la segunda causó una conmoción mayor: hubo reportes de desmayos, vómitos y crisis nerviosas en las salas estadunidenses. Boca a boca, la película ha atraído a tantos espectadores que acumula, a la fecha, más de 12 millones de dólares en la taquilla. Es un logro significativo, considerando que tuvo un presupuesto de 250 mil dólares.

En entrevista con Laberinto, el realizador estadunidense Damien Leone habla, entre otras cosas, de cómo concibió a Art the Clown, de cómo ha logrado mantenerlo vigente y de una posible tercera parte.

—Han pasado más de 15 años desde que concebiste a este personaje. ¿Has tenido que transformarlo para mantenerlo vigente?

Creo que Art tiene la capacidad de trascender en el tiempo. Quizás una de las claves del éxito de Terrifier 2 es que no busco hacer que el personaje se acople a los moldes actuales. Sigo tratando de crear películas que me habría gustado filmar hace mucho tiempo, cuando no tenía el dinero para hacerlo. Una parte de mí aún quiere capturar la esencia del cine de los 70 y 80. Sigo viendo esas películas con mucha frecuencia.

—Filmar una secuela siempre representa un desafío. Por un lado, quieres darle a tu audiencia lo que encontró en la primera parte; por otro, como creador buscas explorar nuevos caminos. ¿Cómo lidiaste con esa disyuntiva en Terrifier 2?

Me gusta tener retroalimentación constante. Leo comentarios de la gente en redes sociales y en plataformas como YouTube, IMDb o Letterbox para saber lo que la audiencia está disfrutando y lo que yo podría mejorar o rectificar en mis siguientes proyectos. Así pude saber que el público se enganchó con Art the Clown y con su personalidad en Terrifier 1, pero que también anhelaban una trama más intrincada o centrada más en los personajes que en la acción. Por eso, en Terrifier 2 exploré una narrativa más tradicional, donde el peso recae en Sienna, la protagonista. Ella es el personaje que más he disfrutado escribir hasta ahora.

—A diferencia de la primera parte, donde casi todas las acciones ocurren en la oscuridad, en Terrifier 2 buena parte de la trama se desarrolla a plena luz del día. ¿A qué se debe esa decisión?

De hecho, esta es la primera vez que vemos a Art the Clown durante el día. Una de las ventajas de que la acción transcurra en Halloween es que Art no parece amenazante desde el primer momento. Me gusta romper las convenciones del cine de horror tradicional. En la mayoría de las películas de este género, los asesinatos ocurren en la oscuridad. En ésta, la gran escena de la matanza tiene lugar hacia la mitad de la cinta, en una habitación con una iluminación amarilla resplandeciente que nos permite ver todo. Eso le otorga una atmósfera que no es típica de las películas slasher.

—En tu filmografía, has sido una suerte de hombre orquesta: escribes, diriges, editas, haces los efectos especiales. No obstante, el cine no deja de ser una labor colectiva. ¿Cómo encuentras el balance entre filmar la idea que está en tu mente y el trabajo con otras personas?

Me encanta colaborar con otros artistas. Nunca habría podido hacer esta película si no hubiera estado rodeado de mi equipo. Era un grupo pequeño, de unos nueve miembros durante la mayor parte del rodaje. Es por razones presupuestarias que he tenido que hacer tantas cosas, en particular los efectos especiales. No cobro un sueldo por hacerlos, sólo pago por los materiales. Si tuviera el presupuesto adecuado, le entregaría las riendas a un equipo de maquillaje y yo me centraría en la dirección.

—A propósito, la película ha tenido un éxito descomunal en la taquilla. ¿Cómo te sientes al respecto?

Increíble. Creíamos mucho en el proyecto y le dedicamos mucho tiempo y esfuerzo. Le dije a mi equipo que tomaría tres meses y medio filmar la película, pero al final fueron casi tres años. Y de pronto comenzaron a surgir los reportes de desmayos y vómitos en las salas de cine. Todo el mundo estaba hablando de la película, incluso Stephen King tuiteó algo al respecto. Cobró vida propia y no estábamos preparados para eso.

—Para filmar la tercera parte, ¿buscarías repetir la fórmula de filmar con un presupuesto pequeño o te gustaría tener más recursos?

Estoy dispuesto a explorar ambas posibilidades. Sería maravilloso tener un presupuesto más grande, porque todavía hay una parte de mí que quiere hacer una película de estudio. Pero, al mismo tiempo, no querría tener demasiadas personas sugiriendo qué cosas no puedo hacer. Prefiero hacer otra película de 250 mil dólares que sea exactamente como yo quiero. No me gustaría decepcionar a los fans, ni llegar a un punto que arruine todo lo que estoy creando.

Con información de Milenio