¿Sabes cuánto contaminan tus tacos de barbacoa y pastor?

El Financiero

Eliminar el uso de popotes para proteger el medio ambiente parece tener aceptación entre la población. Pero ¿qué tan dispuesto se está en el país a dejar de comer tacos al pastor o de barbacoa?

Cada mexicano tiene una huella de carbono de 760 kilogramos de CO2 al año, convirtiendo al país en el lugar 50 más contaminante por su alimentación.

Una persona que en promedio come 2 mil 600 kilocalorías al día deja una huella de 2.5 toneladas de CO2, considerando un consumo general de carne, lácteos, semillas, frutas, verduras y bebidas.

760 KILOS DE CO2
Genera cada mexicano al año al consumir 8.6 kg de res y ternera, 12 kg de puerco, 26.6 kg de pollo o pavo y medio kilo de borrego

El alimento que más emisiones contaminantes genera es el borrego, por un kilo de carne produce 39.2 kilos de CO2, equivalente a las emisiones de conducir un auto de ida y vuelta de la Ciudad de México a Cuernavaca.

Los amantes de la carne de cordero, res, cerdo, pollo o pescado, aumentan su huella de carbono a 3.3 toneladas de CO2 al año.

El vegetariano y el vegano aportan 1.7 y 1.5 toneladas, en cada caso.

Argentina es el número uno de los 130 países analizados por la contaminación de los alimentos que consume su población, con 2.1 toneladas, según el índice de emisiones de CO2 por país de NU3 (especialista en alimentos).

Cruzada para Cuidar el Medio Ambiente

El Proyecto de Nación del próximo presidente electo, Andrés Manuel López Obrador considera la autosuficiencia alimentaria con procesos de producción sustentables, dijo Alfonso Romo, próximo Jefe de la Oficina de la Presidencia.

“No puede haber una agricultura responsable si no tomamos en cuenta el medio ambiente. Todo lo que vayamos hacer en agricultura, ganadería, industria, vendrá acompañado de una gran responsabilidad medioambiental. No solamente del sector empresarial sino de todos, tenemos que hacer una cruzada para cuidar todo lo que nos rodea porque es la herencia más importante que podemos dejar”, dijo a El Financiero.

Comer productos generados a nivel local, una dieta vegetariana y de alimentos orgánicos y para los que no pueden dejar la carne, cambiar la de res por pollo; junto con la creación de políticas de alimentos sustentables e incrementar la compra de alimentos locales podría no sólo reducir la huella de carbono, sino también ayudar a la salud, la economía y al ambiente, expone el movimiento C40 The Food Systems Network, una red desarrollada en sociedad con EAT que apoya el esfuerzo de las ciudades por crear e implementar soluciones comprensivas que reduzcan las emisiones de carbono e incrementen la resilencia a través del sistema de alimentación urbana.

Las emisiones asociadas con la producción de alimentos consisten principalmente en dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido de nitrógeno (NO2), que resultan principalmente de prácticas agrícolas.

No sólo el campo, las ciudades también colaboran

Hace tres años un centenar de ciudades, entre ellas la CDMX firmaron el Pacto de Políticas Alimentarias Urbanas de Milán, que incluye actividades en cuatro áreas desarrolladas de acuerdo a las prioridades de las ciudades: Procuración de alimentos, alcanzar compras que sean controladas por la municipalidad; producción de alimentos promoviendo y fortaleciendo la producción urbana y en el perímetro urbano para apoyar a pequeñas cadenas de alimentos, reducir la demanda de energía con requerimientos de enfriadores o calefacción en los procesos de producción y mitigar el efecto de isla de calor.

Distribución y abasto de alimentos. Desarrollar logística y transportación sustentable para mejorar combustibles alternativos; fortalecer los mercados de granjeros, mercados informales, comercio.

El cuarto punto es la basura de alimentos. Sensibilizar y promover la “pirámide” del desperdicio de alimentos: reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, facilitar la recuperación de alimentos para las personas y los animales y mejorar la recolección de desechos para biogas o fertilizantes