¿Quieres castigar al gobierno federal en México? Según especialistas, esta es la forma de hacerlo 

Ana Paula de la Torre

Cd. de México.- El año pasado las calles de México fueron inundadas por decenas de marchas.

Provocando críticas especializadas y el descontento popular, el PRI emprendió reformas que continuaron con la lógica de las privatizaciones (que suelen beneficiar a unos cuantos empresarios y fueron iniciadas desde inicios de los 90). 

Miles salieron a manifestarse por las reformas de telecomunicaciones, que menoscaba nuestro derecho a la privacidad y libertad de expresión, y energética, que privilegia la producción de hidrocarburos, la implementación del fracking e incorpora a corporaciones internacionales en la explotación del petróleo. 

Luego vendría Ayotzinapa, fatídico suceso que además de marcar, quizá para siempre y de forma desgarradora, la memoria de los mexicanos, también comprobó la ignorancia del gobierno frente al escenario de violencia en el país (por ejemplo, ni siquiera se tienen registros certeros de los más de 20 mil desaparecidos); aunado a esto se evidenció el nivel de infiltración de los narcogobiernos y el uso de la justicia al servicio del Presidente: ¿por qué el procurador nunca mencionó que hay videos donde está presente la Policía Federal en la desaparición de los estudiantes? 

La sociedad mexicana hoy experimenta un nivel de hartazgo sin precedentes contra la clase política y los partidos a los que pertenecen. 

Ciertos líderes sociales como el padre Alejandro Solalinde o Javier Sicilia se han pronunciado a favor de no salir a votar el próximo 7 de junio. Sin embargo, analistas y activistas advierten que esto sería entregarle una vez más el congreso al actual Presidente Enrique Peña Nieto, y al partido que le respalda, con lo que se continuarán aprobando sus reformas, entre ellas la escalofriante privatización del agua

Oscar Mondragón, activista, hace un recuento de cómo en la elección presidencial de 2006, cuando el PRI no figuraba como un potencial ganador, este partido demostró que tiene al menos 9 millones de “votos duros”, es decir una maquinaria de votos comprados o movilizados a través de los sindicatos y el clientelismo, aparato que forjó mañosamente durante 70 años en el poder. 

Además de los votos duros, el PRI tiene asegurada una alianza con el Partido Verde Ecologista de México (organización con un historial obsceno) y una mancuerna casi garantizada, con respecto a las privatizaciones, con el Partido Acción Nacional. Si las personas inconformes no salen a votar o anulan su voto, entonces esta séquito podría resultar el principal beneficiado. 

¿Entregar una vez más el gobierno al PRI por hartazgo? Un sinsentido

Mondragón recuerda que en México no existe una legislación que haga del voto nulo o del abstencionismo un mecanismo de castigo. Si en el país se llevaran a cabo unas elecciones y sólo una persona votase, entonces habría un ganador. De estar forma, en realidad a los políticos con ventaja en movilización de votos (como el PRI) el abstencionismo no les quita el sueño. Por eso, y a pesar de que el la abstención es finalmente un tipo de protesta, lamentablemente este tiene un valor puramente simbólico. 

Mondragón nos recuerda que a este gobierno lo simbólico no le ha hecho cambiar de actitud; de hecho, aun después de las protestas por Ayotzinapa, de los escándalos de corrupción por las casas Higa revelados por Aristegui, de las portadas y notas en medios internacionales que anuncian un final triste del fugaz “mexican moment”, o que el nivel de aprobación de su mandatario está significativamente a la baja, el gobierno ha demostrado una y otra vez la poca importancia que da a la opinión pública.

Un ejemplo de esta “falta de pudor” en el ejercicio de poder, y por mencionar solo uno de muchos ejemplos, es el nombramiento de Virgilio Andrade Martínez, un tipo abiertamente allegado al Presidente, al frente de la Secretaría de la Función Pública, organismo que investiga la corrupción en el país y que será el encargado de indagar los escándalos en los que el propio mandatario está involucrado. . 

Así, este activista advierte que este gobierno ha demostrado que no le interesa quedar exhibido, como lo demuestran los hechos, por lo que aun si llegaran a ser la mitad de los mexicanos los que anularan su voto, evidentemente, al gobierno en turno no le produciría mayor molestia. 

Arrebatarle al PRI el Congreso 

Un voto práctico es lo más importante; para lograrlo, los ciudadanos habrían de votar por algún partido que no vaya a hacer mancuerna en la aprobación de las reformas del PRI; estas opciones podrían ser el PT, Morena, o bien, alguno de los 22 candidatos independientes que, con todo en contra, lograron su registro. 

En opinión de Mondragón, en estas elecciones (si es que estás harto de este gobierno) no se trata de votar por alguien por convicción ideológica, sino por un castigo práctico. Lo importante, así, sería bloquear las reformas privatizadoras que Enrique Peña Nieto pretende implementar, arrebatándole la mayoría en el Congreso. 

Entre los analistas que han advertido que el abstencionismo o la anulación del voto beneficiarían al PRI se incluyen personajes como:

 Martín Moreno

“Pero vote. Ni abstención ni sufragio en blanco. Eso favorece al PRI, sin duda”.

“¿Dónde le duele al PRI? No votando por sus diputados federales”.

 

Pascal Beltrán del Río

“Si los electores libres no acuden a las urnas habrá menos sufragios que compitan con los de los acarreados”.

 

Octavio Rodríguez Araujo

“La abstención y el voto nulo beneficiarán al PRI más que a ningún otro partido”.

 

Así que ante el dilema: ¿votar o no votar?, la respuesta sería: depende de qué tan harto estés verdaderamente de este gobierno…

Twitter de la autora: @anapauladelatd