Pixar cumple 30 años

Excelsior

CIUDAD DE MÉXICO.- El arte, la tecnología y la visión de un puñado de genios emprendedores dieron paso a Pixar, una de las compañías más fascinantes que existen y que hoy celebra 30 años de “animar al mundo”. Su nacimiento se lo debemos al creativo John Lasseter, al ingeniero Edwin Catmull, y, por supuesto, a Steve Jobs.

Pero también tiene su origen en una galaxia muy lejana… cuando los millonarios ingresos de Star Wars permitieron a George Lucas la creación de Lucasfilm. Su deseo era la creación de un sistema de edición, un sistema digital de edición de sonido, una impresora digital de celuloide y una mayor exploración de gráficos computarizados.

Para ello contrató a Ed Catmull para encomendarle que fusionara la producción de películas con la tecnología. Él aceptó gustoso.

Antes, en 1975, Catmull había conocido a Alvy Ray Smith en el Laboratorio de gráficos por computadora del Instituto de Tecnología de Nueva York. Juntos fueron dos de los miembros fundadores de la división de Gráficos por Computadora de Lucasfilm.

Por otro lado, y tras haber estudiado animación en CalArts (Instituto de las Artes de California), Lasseter fue contratado como animador en Walt Disney Animation Studios donde participó en un puñado de proyectos, entre los que destaca el corto La dama y la lámpara (1979), ganador del Oscar estudiantil y protagonizado por una lámpara de mesa blanca (Luxo) —que más tarde se convertiría en el emblema de Pixar—, y la cinta animada El zorro y el sabueso (1981).

Cuando era pequeño me encantaba dibujar más que ninguna otra cosa. Ya siendo un adolescente encontré un libro usado y muy viejo titulado The Art of Animation, que trataba de los estudios Disney y de cómo se hacían las películas de dibujos animados. Ahí fue cuando me di cuenta de que había gente que se ganaba la vida haciendo dibujos animados”, señala Lasseter en el documental La historia de Pixar (2007).

Disney Studios era el trabajo de sus sueños, hasta que su ambición por innovar lo llevó a enfrentarse con los altos mandos de la compañía.

En 1987, ante Ron Miller, presidente de Walt Disney Productions, y Ed Hansen, director del departamento de animación, presentó el borrador de The Brave Little Toaster (La tostadora valiente), en el que pretendía incluir algunas técnicas modernas de animación, pero recibió un no por respuesta.

Si el costo sería igual o incluso mayor al de una película de animación tradicional, no valía la pena explorar otros terrenos de animación por computadora”, fue el argumento que esgrimieron los ejecutivos.

Pero al parecer en aquella legendaria junta, los ánimos habían subido de tono a tal punto que minutos después, Hansen convocó a Lasseter en su oficina para comunicarle que estaba despedido.

Poco tiempo después, Lasseter y Catmull coincidieron en el hotel de Long Beach, Queen Mary, situado en un transatlántico atracado que fungía como sede del Simposio Anual del Pratt Institute sobre gráficos por computadora.

Catmull recordaba al curioso joven que meses antes lo visitó como parte de un tour que realizaron por la compañía los animadores de Disney.

Recuerdo que me contó que tenía una idea de hacer la película de La tostadora… y que sería la primera en situar personajes dibujados a mano contra fondos generados por computadora, e incluso me cuestionó sobre la posibilidad de trabajarla juntos”, escribe Catmull en su libro Creatividad, S.A.

En ese reencuentro, Catmull, quien no sabía que John estaba desmpleado, le preguntó sobre la posibilidad de que fuera a Lucasfilm para ayudarlos con su primer corto y de inmediato dijo que sí.

John era un soñador nato. Y tener a un animador de Disney, aunque fuera temporalmente, iba a a representar un salto enorme para nosotros, añade el autor, quien jamás imaginó que esa invitación se convertiría en un salto fundamental para el mundo de la animación.

Lasseter y su equipo diseñaron The Adventures of André & Wally B., el primer corto realizado completamente por computadora, que descubrió un mundo nunca antes visto en arte del cine.

En 1986 Steve Jobs, que en sus años 30 ya era un multimillonario gracias a Apple, compró a Lucas la división de Gráficos por Computadora por cinco millones de dólares (más otro cinco que invirtió inicialmente) y la transformó en una compañía independiente llamada Pixar, que contaba apenas con 44 empleados, fundada el 3 de febrero de 1986.

¿Por qué Pixar? El nombre surgió de una pugna entre Alvy (Ray Smith) y Loren Carpenter, otro de nuestros colegas. Alvy, que pasó gran parte de su niñez en Texas y Nuevo México, sentía un gran cariño por la lengua española y le intrigaba que algunos nombres sonasen en inglés como verbos en castellano (laser, por ejemplo). Y Alvy hizo campaña en favor de Pixer, que a él le parecía un (falso) verbo español que significaba ‘hacer películas’. Loren contraatacó con Radar, que le sugería algo más tecnológico. Al final los combinamos: Pixer + Radar = ¡Pixar! Y así se quedó”, cuenta Catmull en Creatividad, S.A.

Con el talento de Jobs, Catmull y Lasseter —Smith dejó la empresa por un desacuerdo con Jobs—, Pixar persiguió su doble sueño de fabricar equipos y software informático, y producir contenidos audiovisuales.

Como resultado de esa ecuación nació el corto Luxo Jr., que, además de ser el debut como director de Lasseter, se convirtió en la primera cinta animada digitalmente en tres dimensiones.

Después llegaron Red’s Dream (1987) y Tin Toy (1988), que se convirtió en el primer cortometraje generado por computadora en recibir el Oscar. Fue hasta entonces que Disney volteó a verlos de nuevo. En el fondo, el estudio de Mickey Mouse sabía que si no tenía a Pixar de su lado se podía convertir en su peor enemigo e, incluso, acabar con ellos.

Y eso hubiera sucedido si en 1991 no hubieran firmado un acuerdo para “hacer y distribuir al menos una película generada y animada por computadora”.

Mientras Pixar realizaba Toy Story con toda la libertad y el presupuesto que necesitaban, Disney —comandado en ese entonces por Jeffrey Katzenberg (fundador de
DreamWorks Animation)— se encargaría de la distribución y marketing, reservando para sí los derechos por merchandising y secuelas.

La primera presentación de la cinta fue un auténtico fracaso. La película se detenía y las imágenes no corrían sobre la pantalla.

Lasseter pidió tiempo al estudio y el retraso del lanzamiento, para que, finalmente el 22 de noviembre de 1995 (Día de Acción de Gracias) el mundo conociera al vaquerito Woody y al intrépido Buzz Lightyear en una cinta que sigue siendo el paradigma sobre el que reposa el mundo de la animación.

Los récords del largometraje no cabrían en estas páginas, pero bastará con mencionar que fue la más taquillera de aquel año, con 362 millones de dólares, y consiguió nominaciones al Oscar como mejor canción, música original y guión original.

Además, Lasseter recibió un Oscar honorario por su “liderazgo inspirador que condujo a su equipo a conseguir el primer largometraje animado completamente por computadora”.

Las computadoras solas no crearon Toy Story, lo hizo un grupo de gente muy talentosa”, pronunció Lasseter tras ser presentado por el fallecido Robin Williams.

El resto, es historia

En 1997 Walt Disney Studios y Pixar Animation Studios anuncian un nuevo contrato para producir cinco películas más durante la próxima década, a partir del cual vimos surgir proyectos como Bichos, Monsters, Inc. y
Buscando a Nemo.

Un año antes de que el acuerdo terminara, hubo acercamientos y tensión entre los propios estudios derivados de la intención de Pixar por mantener 100% de la taquilla y el derecho a segundas partes, a cambio de una importante comisión de distribución para Disney. Estudios como Warner y Sony lanzaron ofertas a Pixar para la distribución de sus cintas.

El resultado fue la venta de la compañía por 7 mil 400 mdd, con la que Jobs se convirtió en el mayor accionista individual de ambas empresas. El movimiento regresó a Lasseter a los estudios Disney, aunque ahora como director creativo de ambas compañías.

Pixar es único porque está creado por creativos y no por un puñado de ejecutivos que toman las decisiones guiados por el dinero”, señaló Lee Unkrich, codirector de Buscando a Nemo y Toy Story 3.