“Pagad al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios“

Desde mi balcón

Jorge Arturo Ferreira Garnica

 

Aguascalientes, Ags.- La derrota de la candidata del PRI a la gubernatura de Aguascalientes en el pasado proceso electoral local, tiene varias aristas que aún resulta oportuno señalar, y no sólo la intervención del clero católico que con su injerencia desde los púlpitos y con sus cartas pastorales que se fijaron en la puerta de las iglesias, por no decir que en sus estrados. O bien desde el púlpito, en el cual los curas lanzaron arengas a sus feligreses por orden de su pastor José María de la Torre, cuyo mensaje central consistió en orientar el voto en sentido inverso al del PRI. Es decir, a favor del candidato de Acción Nacional. El obispo de Aguascalientes sabedor del poder de penetración que la iglesia católica ejerce en las buenas conciencias aguascalentenses, lanzó su ofensiva en contra de la iniciativa para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo, y su derecho de adoptar hijos. Esta iniciativa irritó de tal manera a José María de la Torre, que se dejó llevar por el estómago anulando por completo su muy raquítica dosis de lucidez, pero sí con plena conciencia de las repercusiones que su perverso plan tendría en las urnas el día de los comicios, como así fue.

El daño se había hecho. El obispo de la Torre había abierto las puertas del infierno. Desató a los demonios con el resultado que ya todos conocemos. Ese ha sido el acto de mapachísmo electoral más visible y evidente de cuantos he vivido, y vaya que los he visto. ¿Cuántos votos le robó al PRI? Nunca lo sabremos. Pero a partir de esa iniciativa de marras el clero católico perdió la cordura, enloqueció; al menos la crema y nata de la jerarquía católica, según testimonio que los diarios nacionales registraron en ese lapso. De toda ésta clara, por no decir que descarada intervención en el terreno de lo político por parte de obispos, cardenales y sus infanterías, ninguna autoridad federal dijo nada. Ni un llamado de atención o un extrañamiento o ya de perdiz un estate quieto. Sólo silencio absoluto. La prensa tuvo que llenar el vacío de autoridad, que el área responsable de la política interior del país, no quiso ejercer por que le asusto el poderío del clero todo, pues para ese entonces todas las demás iglesias o religiones del país se habían coaligado en un frente común, o bien, por eso que está muy de moda y que se llama futurismo electoral.

Sabemos que la contienda electoral local era una contienda reñida, muy pareja, según los números de las casas encuestadoras, con una leve ventaja para la candidata del PRI, pero al fin ventaja. En la casa de campaña de Lorena Martínez, le apostaron a la figura de su candidata, a su carisma y a su buen desempeño durante su gestión como Alcaldesa del municipio de Aguascalientes. En suma, era una buena candidata y se confiaron por ello. Sus comandantes descuidaron el frente de batalla. La comunicación política brilló por su ausencia. La estrategia de promoción del voto fue un fiasco. Las redes de simpatizantes que implementaron sus estrategas, se planearon sobre las rodillas, no hubo control de cuántos se reclutaban, pues en cada acercamiento con la gente registraban a todo el que podían, y que en una significativa mayoría ya habían sido registrados; es decir, estaban duplicando o hasta triplicando los registros. El discurso de la candidata en franca reyerta con el titular del poder ejecutivo tuvo sus repercusiones. El deslinde, aunque valiente y claro con su partido, poco ético y menos recomendable políticamente hablando, logró confundir a una buena parte de sus militantes y por supuesto simpatizantes, que tradicionalmente asocian su voto con los colores de su partido. El color usado en la propaganda y otras cosas más durante la campaña y todo lo aquí expuesto, quizá no voten, pero si forman opinión y percepción lo cual se convierte en confusión e incluso en desilusión según las fibras de la sensibilidad de cada persona. Esto y muchos detalles más también abonaron a restarle votos el día de la elección a la candidata priista al gobierno de Aguascalientes. En contraparte su adversario no aflojó el ritmo, no descuido el frente y tuvo una comunicación política más aceptable, y por supuesto se vio beneficiado de los votos que el candidato independiente, el expriista Gabriel Arellano, le restó a Lorena Martínez, (12,722 contra 13,565 con los que MOS ganó a LMR) casi la diferencia de sufragios con la que el candidato del PAN Martín Orozco derrotó a la priista, más todos los votos que nunca podremos cuantificar, que la injerencia del Obispo de la Torre en el proceso electoral le volteó hacía su adversario. Hasta aquí un rápido y ligero recuento de míseros detalles que así lo parecen, pero que cuentan al convertir en votos el buen trabajo político.

En la pasada elección federal (2015) en el distrito electoral federal uno, el TEPJ anuló la elección de todo el distrito, por la pésima idea del ciudadano gobernador de ese momento, de acompañar en comitiva y en el autobús oficial del gobierno del estado, a que sufragará en su casilla el candidato del PRI por ese distrito, el señor Gregorio Zamarripa. El criterio aplicado por los magistrados de ese alto tribunal, en la opinión de quien emborrona estas cuartillas, fue de un rigorismo desbordante, y con un criterio más político que jurídico. ¿Por qué afirmo esto? Simple y llanamente porque ese distrito es el más disperso, y lo que sucedió en esa casilla no repercutió en las de Calvillo o el Llano, Asientos o Tepezalá, etcétera, etcétera. Ameritaba sí, la anulación de la o las casillas, básica y contiguas o incluso toda la sección electoral, ¿pero todo el distrito? ¿Exceso de poder? ¡Claro que sí! Pues los juzgadores saben bien que sus sentencias son inatacables. Esta sentencia la siento yo como aquel consejo de Nicolás Maquiavelo, cuando dice que nunca se debe lanzar una advertencia si no se es capaz de soportarla o cumplirla. Creo que eso fue lo que hizo el TEPJF, lanzó una advertencia con la anulación de un distrito por una falta cuya gravedad no cambiaba le resultado de la elección, y digo lanzó una advertencia, sí, pero para los demás gobernadores, por si se les llegase a ocurrir algo similar o diferente pero que esté ligado directamente con un supuesto proselitismo, durante el tiempo previo a la jornada o durante el desarrollo de ésta.

Si reflexionamos en el por qué el Tribunal Federal anuló la elección en todo el distrito por una falta que no cambiaba ni cambió el resultado de la elección, en la resolución de la presente impugnación en la que la candidata y su partido pidieron se anulase la elección, los magistrados debieron considerar en el por qué anularon el resultado de aquélla, y valorar el por qué debieron anular la segunda. Aplicando el criterio político y no el jurídico como lo hicieron con la federal.

El razonamiento no es complicado de manera alguna. Hay más elementos visibles, ­que no es lo mismo que probados, pero que sí influyeron en el resultado de esta elección. Tal es la injerencia de la iglesia católica a través de su comandante en jefe el señor José María de la Torre, y sus arengas a la feligresía para no votar por quienes atentaban contra la integridad de la familia, léase matrimonios entre sexos iguales y adopción de hijos por esos matrimonios. Creo que aquí en este punto habría que recordar aquellas palabras de Cristo cuando algunos de sus discípulos le preguntaron si consideraba justo pagar tributo al gobierno, y él les respondió: “Pagad al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios” (Mateo 22:21), como para separar los temas terrenales de los espirituales. Este pasaje bíblico es válido para ubicar al clero católico y su injerencia en las cosas del César, pero también para el tribunal para lanzar aquella advertencia del Secretario Florentino, para futuras intervenciones de las iglesias en asuntos del Estado y por supuesto el peso de tal advertencia debió pesar lo suficiente para la anulación de la elección local pasada. ¿Tendrán el valor o les vale? Porque tal parece que también están amedrentados por el poderío clerical.

Ahora bien, estamos a tres meses de que se lleve a cabo, por primera vez en la historia electoral de Aguascalientes, una elección concurrente en la que además de elegir los cargos de Presidente de la República, senadores y diputados federales, se habrá de elegir a los integrantes del congreso local, es decir diputados locales. Y me pregunto: ¿Aprendería Lorena Martínez a rodearse de un grupo de operadores con verdadero conocimiento de la cosa electoral, para ganar por la vía de la mayoría relativa su elección como aspirante al Senado de la República, o volverá a cometer los mismos errores del pasado? No importa que esté registrada en la primera fórmula al senado, lo cual significa que, de no ganar por la vía del voto, su curul de senadora ya está asegurada a través de la figura jurídico política de la primera minoría.

Es importante que Lorena gane con votos contantes y sonantes, pues así tendrá asegurada su candidatura a la gubernatura para el 2022, y por supuesto un merecido triunfo en esa futura contienda. Cuestión de musculo, puesssnnn.  “Ad Caesari quod est Caesaris, et Deo quod est Dei.”