Ciudad de México.- Desde su mudanza a Aguascalientes, el conjunto necaxista fue difuminándose hasta quedar en una pequeña sombra de aquel gigante del futbol mexicano.

Fue en el 2003. El equipo de Necaxa perseguía la ilusión de reconquistar el futbol nacional en un nuevo hogar y Aguascalientes fue el destino elegido. Las expectativas eran altas, recobrar la identidad y el sentido de pertenencia en un terruño sin historia futbolística, pero que recibía a un legendario del balompié mexicano con los brazos abiertos.

2009, el primer descenso

En el Clausura 2009, de la mano de Raúl Arias, aquel entrenador que los llevara a la gloria en el campeonato del Invierno 98, el conjunto necaxista sufrió su primer gran descalabro en el futbol nacional. El verdugo fue, ni más ni menos, el conjunto del América quien lo derrotó en el estadio Azteca (1-0), con gol de Fernando Ortiz.

Se jugaba la jornada 17 del campeonato, y los Rayos necesitaban el triunfo y que Tigres de la UANL, quien también se jugaba la categoría ante Morelia, a la misma hora, en el Volcán, perdiera o empatase; sin embargo, la victoria americanista, sumada al empate en suelo regio, originó el adiós del cuadro de Arias.

2011, un año duró la alegría

De la mano de Omar Arellano, la escuadra del Necaxa regresó al máximo circuito en el Apertura 2010, presagiando una vuelta que sería eterna; sin embargo, la alegría fue más que pasajera y al año siguiente volverían al infierno.

En su regreso al máximo circuito, la directiva necaxista decide dejar el proyecto en manos de Daniel Brailovsky, quien comenzó a cavar la tumba del cuadro hidrocálido; durante el Apertura 2010, el Ruso apenas consigue 16 puntos (de 51 posibles) y deja al equipo con el agua al cuello, para el próximo certamen.

Tras cuatro jornadas del Clausura 2011, con el mismo número de derrotas, Brailovsky es cesado y en su relevo aparece Sergio Bueno, quien, a pesar de conseguir tres triunfos consecutivos desde su arribo, no consigue el milagro y concluye el torneo con 15 puntos, último de la porcentual (31 puntos en 34 juegos) y decretando el segundo descenso del cuadro necaxista.

Desde su mudanza a Aguascalientes, los Rayos fueron difuminándose hasta quedar en una pequeña sombra del gigante que fueron. Hoy, cinco años después de su último adiós, con cuatro títulos en la liga de plata y un ascenso conseguido, Necaxa se encuentra en la antesala de un ansiado regreso; y el futbol mexicano sonríe ante la posibilidad de volver a abrazar a uno de sus más grandes consentidos.