Madre adolescente, en tú día: ¡Esto tiene que acabar y caer!

Una proporción de las madres en nuestro país lo va siendo sola y cada vez más jóvenes. Nada que ver con la retórica comercial del 10 de mayo. La realidad de las madres mexicanas es cruda.

  • Escandalosamente, las madres adolescentes se incrementaron en un 30 % durante la pandemia. En 2021, fueron 28 mil madres adicionales a las esperadas entre mujeres de 14 a 17 años (CONEVAL, 2023,https://www.coneval.org.mx/Evaluacion/IEPSM/Documents/Exploratorio_Fecundidad_Adolesc ente.pdf ).
  • En 2021 fueron madres 373,661. Un promedio de mil madres adolescentes al día y aunque no se ha contabilizado 2022 ni 2023, las cifras no disminuyen.
  • De modo general 9.4% de las mujeres mexicanas sufrieron abuso sexual, acoso, violación o incesto durante la infancia o adolescente. En 27.5% de los casos el agresor fue un tío, en 9.3% un hermano, en 6.6% el papá, en 15% de los casos otro familiar, en 13% otro conocido y en 9.7% un desconocido. Es decir, la mayoría las embarazan familiares y en el contexto de casa.
  • En estados como Guerrero y Tabasco, 32% de las mujeres casadas de 20 a 24 años de edad se unieron a sus cónyuges antes de cumplir los 18 años, y por lo mismo, abandonaron sus estudios.
  • México es el primer lugar mundial de embarazo adolescente y el fenómeno se da en todo el país, pero a partir de la pandemia de COVID 19 Coahuila, Chiapas y Nayarit tienen las tasas más altas. CDMX, Querétaro y Yucatán, las más bajas.
  • La Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente (ENAPEA) tiene como meta para 2030 reducir en 50% la tasa de fecundidad en adolescentes de 15 a 19 años y erradicar la maternidad en las niñas menores de 14 años. Según CONEVAL (2023), los pronósticos son pesimistas pues la tendencia baja 1 punto al año.
  • El embarazo de niñas y adolescentes por donde se vea una violación a los derechos de la mujer: un ambiente familiar sano, al estudio, al juego, a ser respetada como persona, a ser libre de usos y costumbres no liberadoras, etc. Cuando una adolescente se convierte en madre, sus derechos sexuales y reproductivos, y sus derechos a la salud, educación, entre otros, se ven vulnerados en el corto plazo; se obstaculiza su desarrollo psicosocial, se asocia con resultados deficientes en materia de salud, tanto para ellas como para sus hijos, repercute negativamente en sus oportunidades educativas y laborales, y contribuye a perpetuar los ciclos transgeneracionales de pobreza, mala salud y opresión de género.
  • Mas de la mitad de las madres adolescentes o embarazadas no viven con su pareja, además de una diferencia de edad que puede ser de varios años entre las edades de ellas y la del padre del bebé.
  • La principal razón que declaran por la que resultaron embarazadas fue por no haber usado algún método anticonceptivo, sin embargo, el análisis de casos específicos permite inferir otros factores asociados con la pandemia: cierre de escuelas, imposibilidad de continuar con cursos a distancia, falta de información y acceso a servicios de salud sexual, depresión, compromisos económicos a través del matrimonio adolescente, y a través del embarazo salir ilusoriamente de ambientes familiares tóxicos.
  • Poco más de una tercera parte (34.0%) de las adolescentes alguna vez embarazadas, dijo que quería embarazarse, ya sea de manera individual o con su pareja, lo cual refleja que, en cierta

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medida, la decisión de embarazarse forma parte de un proyecto de vida y contradice la política de Educación Sexual, que es más información. Además, el estudio de CONEVAL (2022) indica que las mujeres sabían de los recursos de salud, pero en los hechos no los usaron.

• Cuatro acciones urgentes ante la maternidad de NA: 1) Sacar de la invisibilización la situación y ubicar a la familia como el ambiente menos propicio para la salud sexual proponiendo un giro cultural no adultocéntrico ni patriarcal; 2) Hacer a NA conscientes de que un niño como tal no abren posibilidades ni soluciona la vida, que es el fruto de un proceso de maduración en el que como adolescente aún no toca asumir esa realidad. 3) No es lo mismo información sexual que educación sexual, puedo conocer todos los recursos y medios, pero en lo concreto no estoy educado para usarlos; 4) Incluir a los varones en el proceso que hasta hoy no los toma en cuenta y tienen un papel fundamental.

Dr. Luis A. García Dávalos/ Catedrático de la UNAM