Gilberto Valadez
Aguascalientes, Ags.- Las recientes denuncias en torno a supuestos abusos cometidos en la zona de tolerancia de esta capital, por parte de policías y personal de Reglamentos del Municipio sólo vienen a abonar en torno a una de las áreas más inseguras de la capital y que, parece, nadie terminar por tomar en cuenta.
Conocida popularmente como Las Violetas, la zona roja de Aguascalientes se caracteriza por ejercer de manera abierta la prostitución; pero también por convertirse en un foco donde lo mismo se ha dado el comercio de enervantes, amenazas y hasta crímenes impunes.
El caso más lamentable sucedió a mediados del 2010, con el asesinato de tres meretrices; el cual nunca fue esclarecido.
Doble moral
La doble moral que caracteriza a la ciudad de Aguascalientes no ha frenado el ejercicio de la prostitución; a la que siempre esconden bajo el tapete.
Hace años, el comercio carnal se llevó a cabo en áreas como la calle conocida como La Chueca, en lo que ahora es el centro de la ciudad, pasando luego al área donde hoy se ubica la zona habitacional IV Centenario.
Debido al crecimiento urbano, para la década de los ochenta del siglo pasado, se abrió un espacio en el predio de Las Violetas, al sur de la ciudad. El cual durante sus primeros años, ganó fuerza con la proliferación de cabarets nocturnos. Una crónica del diario La Jornada publicada en enero de 2014, detalló que aquel tiempo había 22 establecimientos, más de 300 sexoservidoras quienes congregaban hasta dos mil clientes en fines de semana.
Pero con el paso del tiempo, la inseguridad también alcanzaría la zona roja, alejando a clientes y prostitutas. Para el año 2010, el número de establecimientos en la zona apenas superaba la decena.
De igual manera, los hechos delictivos serían una constante emergiendo de esta área.
Abusos con uniforme
Recientemente, la Comisión Estatal de Derechos Humanos recibió la queja del dueño del Bar Touch, quien denunció presuntos abusos de parte de policías, estatales y municipales, además de personal del área de Reglamentos del Municipio contra clientes y personal del citado centro nocturno tras un operativo de revisión.
Días después, el titular de Reglamentos, José de Jesús Aranda, justificó en entrevista los operativos alegando que “son para salvaguardar la integridad de los mismos visitantes”. El caso aún se encuentra en revisión.
Pero las denuncias de abusos policíacos en Las Violetas no son nuevas. El 3 de noviembre de 2011 fueron detenidos seis elementos de la Policía Federal Preventiva, acusados de causar desmanes en uno de los cabarets de la zona.
Los uniformados Domingo Niño Jiménez, Pedro Solana, Óscar Zárate, Juan Flores, Efraín Aguilar y Armando Blanco habrían sido señalados por golpear a una prostituta y su proxeneta, para luego huir en dos taxis. No obstante, fueron capturados por elementos de la Policía Municipal.
La nota roja continuaría vinculada a la zona. Para inicios de julio del pasado 2016, un mesero de uno de los bares fue apuñalado y se responsabilizó a una de las meretrices con quien sostenía una relación. Cabe mencionar que los hechos ocurrieron cuando ambos ya se retiraban del lugar.
También la distribución de droga en Las Violetas es un secreto a voces: un operativo sorpresa efectuado el 1 de octubre de 2011, por parte de la Policía Ministerial, llevó a la detención de un distribuidor de cocaína que tenía varios ingresos por delitos contra la salud.
Uno de los casos de inseguridad más recientes ocurrió el pasado 8 de julio, después que dos hermanos que acudieron a uno de los antros de Las Violetas, terminaron golpeados por parroquianos al interior de un bar y acabaron en el Hospital Tercer Milenio.
Crimen sin castigo
La madrugada del 26 de agosto de 2010, tres mujeres que ejercían la prostitución en la zona roja, fueron ultimadas a balazos en uno de los caminos de terracería que conduce a Las Violetas.
Los cuerpos de las chicas, cuyas edades no pasaban de 25 años, fueron descubiertos por policías municipales, quienes habrían escuchado las detonaciones de arma de fuego.
Tras el suceso, emergieron especulaciones en torno a que el homicidio múltiple haya sido ocasionado por bandas de narcotraficantes quienes supuestamente controlan la zona roja.
Un hecho abonaría a las dudas del crimen. Días después, el entonces director de Reglamentos del Municipio, Adrián Jiménez, informó que una de las muchachas asesinadas había dado positivo a un examen de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
El ayuntamiento capitalino recalcó que ninguna sexoservidora tenía permiso para laborar, de ser portadora de una enfermedad venérea y se anunció que habría una investigación al respecto.
No obstante, el caso nunca fue aclarado.