Las apps que usas podrían estar vendiendo tus datos personales

Ma. Elena Estavillo/ La Silla Rota

Ciudad de México.- Estamos presenciando un proceso vertiginoso de innovación en el desarrollo y uso de las tecnologías de la comunicación y la información para satisfacer una multiplicidad de necesidades de los usuarios, con un impacto considerable en nuestra calidad de vida.

A medida que se ha incrementado la penetración de los servicios de banda ancha en la población, sobre todo a través de las redes móviles y los teléfonos inteligentes, se ha extendido también la utilización de aplicaciones y contenidos para lograr mejor comunicación, información, movilidad y acceso a servicios educativos, comerciales, financieros, de salud o entretenimiento, entre otros.

El funcionamiento de muchas de estas aplicaciones requiere que proveamos ciertos datos personales e información sensible, como puede ser: nombre, imagen, domicilio, número telefónico, estado de salud, finanzas, medios de pago, ubicación, relaciones familiares y sociales, etcétera.

Esta necesidad está, por una parte, en que los datos personales son insumos necesarios para el funcionamiento de algunos de los servicios basados en estas aplicaciones, como por ejemplo con Uber, cuyo sistema requiere identificar al cliente, tener su ubicación en tiempo real y los datos de su tarjeta de crédito, o Waze que utiliza la ubicación de sus usuarios en todo momento para procesarla y generar información sobre velocidad de traslado y así poder identificar las rutas más rápidas.

También existen numerosos modelos de negocios que permiten ofrecer aplicaciones, contenidos y servicios de forma gratuita a los usuarios, a cambio de poder utilizar su información y con ella generar los ingresos para sostener la operación. En ocasiones esa información se procesa y agrega con la de otros consumidores de forma tal que se protege la identidad de cada persona, pero en otros casos se comercializan directorios con los datos personales y sensibles desagregados por usuario.

Probablemente si no se comercializaran esos datos, los servicios, contenidos y aplicaciones basados en esos modelos simplemente no existirían. El problema es que, frecuentemente, el usuario no está bien informado sobre el grado de acceso que está permitiendo a sus datos: cuáles está brindando, qué tipo de uso está autorizando, para qué se emplean, si se venden o comparten con terceros.

En ocasiones este detalle no es fácilmente accesible o forma parte de textos extensos y complejos con términos técnicos y jurídicos difícilmente comprensibles para la población en general.

Otras veces los términos y condiciones son del tipo “lo tomas o lo dejas”; es decir, si no se autoriza expresamente el acceso y uso de la información tal y como lo propone la aplicación, entonces no hay posibilidad de usarla, ni en una modalidad limitada.

También ocurre que el único modelo de negocios que está disponible es el del servicio gratuito al usuario con acceso a sus datos, sin que se ofrezca como opción un servicio pagado, pero sin acceso a datos, o bien con acceso, sin permiso de divulgación.

Hay que apreciar, por un lado, que estos modelos de negocio están generando posibilidades amplias de innovación gracias a lo cual frecuentemente aparecen aplicaciones gratuitas que nos facilitan la vida diaria y que de esta manera son asequibles para una proporción de la población que no tendría capacidad para pagar por ellas.

Pero, por otra parte, si no se asegura a los usuarios un piso mínimo de certidumbre sobre el resguardo, uso y destino de sus datos personales, a la larga esta situación puede generar desconfianza en el uso del ecosistema digital para aplicaciones y contenidos con un alto impacto en la inclusión económica y social de las personas, tales como telebanca y telesalud y retrasar su adopción generalizada.

Nos encontramos en una realidad donde no hay vuelta atrás en cuanto al uso intensivo de la información de los usuarios para generar nuevos satisfactores sobre la plataforma de internet. En esta nueva realidad, es importante que el consumidor entienda que no existen servicios completamente gratuitos; en el caso de las aplicaciones y contenidos, el pago generalmente son sus datos.

No obstante, debemos buscar un equilibrio donde se respete la privacidad de las personas asegurándoles el control y poder de elección sobre su información. Para ello, debemos buscar que la información que se provea al usuario sobre el uso de sus datos sea clara y sencilla y que los sistemas permitan seleccionar el nivel de privacidad preferido.

Con mayor transparencia sobre los términos de acceso y uso de los datos de los usuarios, la privacidad puede ser considerada como un atributo adicional de los servicios, aplicaciones y contenidos provistos por internet; un factor que puede ser apreciado y valorado por los consumidores y, por ende, un diferenciador para generar nichos de mercado. Así como hay consumidores que prefieren servicios gratuitos sin importar que recaben datos, otros pueden estar dispuestos a pagar por los mismos servicios a condición de que se asegure un mayor nivel de privacidad.

Pero para que sea posible desarrollar estos servicios de nicho, es indispensable que los proveedores de aplicaciones y contenidos ofrezcan niveles alternativos de privacidad y que los consumidores sean capaces de apreciar claramente las diferencias a partir de información clara, completa y accesible. Será entonces cuando los consumidores puedan hacer verdaderas elecciones informadas tomando el control sobre sus datos.