La Elección más cerrada en la historia de Colima

Fotos: Juan C.Flores/ Pablo Cerna/COLIMANOTICIAS

Juan Carlos Flores| Crónica | COLIMANOTICIAS

Colima.- Las 6 de la tarde del domingo 7 de junio de 2015 era el tiempo límite para que terminara la votación de donde saldría el próximo gobernador de Colima.

El PRI postuló a Ignacio Peralta Sánchez, uno de los candidatos con las mejores credenciales académicas: egresado del ITAM, con maestría en Inglaterra, exalcalde de la capital colimense y exsubsecretario de Comunicaciones del gobierno de Enrique Peña Nieto, muy cercano al secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
En la otra esquina, el PAN buscaba otra vez arrebatarle la gubernatura por primera vez en 80 años al tricolor con el senador panista Jorge Luis Preciado, nacido en el municipio Coquimatlán y que antes de incursionar en la política había cruzado “de mojado” en la cajuela de un vehículo hacia Estados Unidos para trabajar y cuya historia repitió en su campaña una y otra vez “Desde abajo con trabajo”, decía.

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A pesar de los contrastes – a uno le gusta surfear, correr y escuchar heavy metal, al otro la lucha libre y la música norteña- ambos abanderados tenían algo en común: habían desplazado a los favoritos en sus respectivos partidos. Peralta fue ungido por el tricolor cuando se perfilaba el alcalde de Colima, Federico Rangel mientras que Preciado Rodríguez entró como sustituto en lugar del alcalde de Manzanillo, Virgilio Mendoza que, sorpresivamente, renunció a su partido para ir por un puesto menor con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM): una diputación federal plurinominal.

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Las encuestas daban hasta 8 puntos de ventaja al priista menos una de El Universal que pronosticó un empate técnico.

Ese domingo, la jornada electoral pasó con varios incidentes, naturales en cualquier contienda electoral: disturbios afuera de las casillas; la candidata del PRD, Martha Zepeda, se equivocó de casilla al votar y un hombre intentó robarse una urna en el municipio de Tecomán. Ninguna de tales peripecias pasó a mayores.

A los periodistas nos concentraron en un toldo hechizo, externo a la sede del Instituto Electoral del Estado (IEE), padecimos una temperatura superior a 38 grados centígrados, que más bien parecían la ardiente venganza de la consejera, Felícitas Valladares Anguiano, contra la prensa por haberla denunciado ante derechos humanos por obstruir la libertad de expresión unas semanas antes.

Un ventilador oscilaba su fogoso viento contra los pocos reporteros estoicos que esperábamos resultados de la elección, cuando nos avisaron de una rueda de prensa en la sede estatal del PRI.
Me acompañó el enviado especial de La Jornada, Claudio Bañuelos, quien me dijo: “Vámonos, ya empieza lo bueno”.

Llegamos al búnker priista que, contrario a lo esperable, estaba desolado. “¿Qué pasa? ¿Dónde está la gente?”, dijo mi compañero, sin la más remota idea.fotocrónica3

Entramos en la sala de prensa y, minutos más tarde ingresaron el presidente estatal del PRI, Federico Rangel, el vocero de la campaña de Ignacio Peralta, Rogelio Rueda, y otras personalidades.

Tratamos de adivinar sus expresiones y gestos para visualizar algún resultado, pero se mantenían herméticos. Nos barajearon algunas declaraciones huecas: dijeron que habían triunfado, sin darnos cifras.

Había mucha seriedad en sus rostros y ante este panorama, el enviado especial de La Jornada les cuestionó:

“Si ya ganaron, tal vez porque soy de afuera, ¿por qué no los veo felices?”.
La pregunta quebró el hielo y en el rictus de sus caras aparecieron risas nerviosas. Rogelio Rueda atinó a decir que no podían adelantar resultados hasta las 8 de la noche, cuando la ley lo permitiera.
Nos fuimos con las manos vacías y recibimos otro mensaje de que el PAN daría rueda de prensa a las 7. “Pues vámonos”, me dijo Claudio.

Llegamos a las 6:30 pm y nos estacionamos a pocos metros del Edificio Azul, sede estatal del PAN. Minutos después, Jorge García, colega de Colima Noticias, pasaba por la avenida, me vio y estacionó su coche.
Se bajó y efusivo me espetó: “Ya ganó Nacho, ¿verdad? Que por 9 puntos”.

-¿De qué hablas? -le dije. No nos dieron cifras.
– Claro que sí, escuché en la radio a Federico y ya están echando cohetes en el PRI.
Nos miramos Claudio y yo, dubitativos.
– Pues no sé, Jorge, estuvimos hace 10 minutos en el PRI y era lo más cercano a un funeral.

Nos despedimos de él, desconcertados, y entramos en el edificio.

Afuera del PAN estatal se alcanzaba a dibujar un ambiente poco más festivo: una banda norteña arreglaba sus instrumentos, más gente y, de repente, una caravana de motos con logotipos del PAN, de las utilizadas en campaña, rompió el silencio con estruendo desde la avenida Constitución.

En ese momento llegó el operador político de Jorge Luis Preciado, Óscar Zurroza, cabizbajo, pálido, tanto que le costaba dar cada paso hacia el edificio azul, donde estaba impregnada la duda, mientras se dirigía a la rueda de prensa.
– ¿Sí ganamos, Oscar? –se interpuso una mujer en su camino.
– Este… sí -alcanzó a balbucear el coordinador de Alianzas y Estrategia Política.
El candidato panista llegó poco minutos después y, de inmediato, comenzaron la música, los abrazos, los “viva”, las felicitaciones. No se veía muy alegre, aunque a decir verdad, su expresión reflejaba un halo de tristeza después de que murió su madre en plena campaña.
Se acomodó en su silla, más seguro de sí mismo, y dio a conocer que había ganado la contienda por más de 4 mil votos, según sus actas, que nunca mostró.
– ¿Tú cómo ves?, dije a mi compañero.
– Pues los veo más felices, pero como que no me la creo -respondió Claudio.

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Regresamos a la sala de prensa que, para nuestra fortuna, había refrescado gracias a la caída de la noche.
El Programa de Resultados Preliminares (PREP) goteó las primeras cifras: el priista Nacho Peralta punteaba ligeramente y después ¡pum!: el PRI despegó más de 5 puntos porcentuales sobre el PAN.
– Ya ganó Nacho- susurraron en el recinto.

Pero no había nadie en las calles, ni un alma, ni un carro, ni una bandera. La ciudad parecía un pueblo fantasma ¿Tal vez tan asqueado del proceso con tanto dime y direte que no tenían ganas de celebrar?
Recuerdo la elección de 2005 cuando el priista Silverio Cavazos fue el ganador: cerca de las 7 de la tarde ya había salido a las calles, en caravana, congraciándose de su triunfo; el actual gobernador, Mario Anguiano, también cantó victoria antes de las 10 de la noche y el rey Coliman, el símil del Ángel de la Independencia en cuanto a triunfos populares se refiere, se encontraba abarrotado.
Pero ahora la estatua estaba ahí, inerme, con sus alrededores semivacíos y unos cuantos priistas, desubicados, esperaban al candidato que nunca llegó. Callaron los mariachis, diría José Alfredo Jiménez.

Guerra de cifras

Poco después comenzó la batalla de números: el panista bajó su pronóstico y aseguró que, según el 43% del conteo de sus actas, ganó la elección por 2 mil 400 votos, mientras el priista, en rueda de prensa simultánea, pero en la sede del PRI, mencionó que su triunfo era de apenas 500 votos.

Escepticismo generalizado.

El PREP seguía su lento avance: tic, tac, tic, tac, tic, tac… actualización… tic, tac, tic, tac… actualización.
Era como esperar los resultados del análisis de una enfermedad crónica: el tiempo te carcomía y nos mantenía al borde de la desesperación.
Se acortaban distancias: eran 5 puntos porcentuales como a las 11 de la noche y a cada actualización – más o menos cada media hora y 45 minutos- ya eran 4%, 3.5%, 3.4%, 3.3% y así hasta que, cerca de las 3 de la madrugada, el PREP feneció con el 93% de las actas computadas.
.35% separaba al candidato PRI frente al candidato del PAN cuando el PREP agotó su vida. La elección más cerrada de la historia, decían los periodistas nacionales.

Nos fuimos a dormir con la incógnita abrazada.

Al día siguiente, la duda nos despertó: ¿quién ganó? Pero esa respuesta estaba prohibida, censurada, guardada en lo más recóndito de la voluntad ciudadana, reservada para unos cuantos privilegiados, con actas en mano, que nos daban información que se nos iba entre los dedos.

La tónica después del día de la elección permaneció, como en campaña: más dimes y diretes, desinformación, verdades a medias, argumentos increíbles de ambos candidatos, pero seguíamos suspicaces.

El reto

El martes siguiente a la elección, como bandoleros, los dos candidatos se retaron a cotejar sus actas frente a la sede del IEE. Habían concertado el desafío con Joaquín López Dóriga en la televisión nacional.
Llegó Ignacio Peralta puntual a la cita, cerca de las 11 de la mañana, acompañado de nutrido grupo de priistas que lo arroparon y echaron porras: el sello de la casa.Fotos Caravana (3)

Los periodistas que cubríamos la nota coincidíamos en que no se presentaría el panista Jorge Luis Preciado. Nos equivocamos: cerca de las 11:30 horas llegó el senador con licencia, con un minúsculo grupo, entre miembros de su staff de prensa y coordinadores de campaña.

Preciado Rodríguez, como un caballero medieval, se abrió el paso entre la muchedumbre pero sus escuderos – Zurroza entre ellos y otro panista Ferdinando Valencia- toparon con una muralla humana y por poco se lidian a golpees.

El candidato panista y el tricolor se carearon, como boxeadores antes de la pelea estelar, mientras el resto del público gritaba consignas contra el albiazul: “respeta la ley” increpaba el público mientras el vocero de Nacho Peralta, Rogelio Rueda, azuzaba a los suyos con micrófono en mano diciendo que “no había traído las actas como acordaron”.

Después de varios minutos de intercambio verbal entre Peralta y Preciado, éste último decide retirarse ante la falta de acuerdos: vinieron después los empujones, gritos, arañazos, golpes e, incluso, mi colega Carlos García Lemus, quien hacía un enlace telefónico a una radio estatal, fue tirado al suelo, pero sin soltar su celular ni su profesionalismo.

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Caminamos rumbo a la casa de campaña del panista porque daría una declaración sobre lo sucedido. Nada nuevo: que había ganado y que Ignacio Peralta no aceptó revisar las 904 actas.

El candidato tricolor, por su parte, también avivó el show mediático: juraba que entregaría las actas a contadores y notarios como si éstos pudieran validar legalmente su victoria y no la autoridad electoral.

No salen las cuentas

Para entonces, los dos partidos convocaron a varios liderazgos para que emitieran declaraciones triunfantes o intimidantes: Por el PRI, ya estaba su presidente nacional César Camacho mientras por el PAN los senadores Luis Fernando Salazar, Ernesto Ruffo y Marcela Torres.

El cómputo oficial en los diez consejos municipales electorales se realizó desde la mañana del miércoles y transcurrió lentamente, al igual que el PREP.

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Mientras tanto, el PAN jugaba a emular la fábula de Pedro y el lobo: citaba a rueda de prensa, luego cancelaba, luego citaba de nuevo y cancelaba una vez más.
Para el jueves por la noche ya se visualizaba mejor un escenario: el priista Ignacio Peralta llevaba una ventaja de más de 5 mil votos después de contar 9 municipios pero faltaba Manzanillo donde el PAN había arrasado ganando la alcaldía y todas las diputaciones locales además de la federal.

Hacer el ridículo a nivel nacional

La espera duró un día más: hasta el viernes. Eran cerca de las 2 de la tarde cuando ya muchos medios de comunicación esperaban el cierre del cómputo en Manzanillo.
Y sucedió lo impensable: la presidenta del IEE, Felícitas Valladares, anunciaba con emoción, en entrevista radiofónica con Joaquín López Dóriga – trasformado en un protagonista más de los comicios- que la tendencia se revirtió a favor de Jorge Luis Preciado y que había ganado la elección con 425 votos.
Ardió Troya.

Inmediatamente, el periodista de Televisa publicó en su sitio la noticia y en su cuenta de twitter dio cuenta del hecho.

Felícitas Alejandra Valladares Anguiano

Luego vino la presión de los medios de comunicación nacionales: El Excélsior, Milenio, 24 horas, SDP Noticias y otros portales publicaban la gran noticia: “Gana PAN elección en Colima”.
Me hablaron de la corresponsalía de la Jornada para exigirme publicar la noticia pero los rechazaba una y otra vez: “Pues es que todavía no acaba el conteo, la señora Valladares no tiene facultades legales para anunciar así el resultado”, me defendí.

15 minutos después Valladares se desdijo con López Dóriga: que siempre no, que el ganador era el priista Ignacio Peralta Sánchez por 547 votos.lopez dóriga

La contradicción de la máxima autoridad electoral provocó una espiral de indignación, coraje, más incredulidad en medios y sobre todo taladró a la población que vomitó su repudio en redes sociales.
Para aderezar la duda y sembrar más la sospecha: el consejo del IEE se equivocó una vez más en la sesión para validar el cómputo: restó 60 votos al priista por otro error aritmético del consejo municipal de Colima.

Voto por voto, casilla por casilla

Como la diferencia era de menos de un punto porcentual, .16% para ser exactos, se determinó realizar un recuento voto por voto en los 904 paquetes electorales.

El ejercicio comenzó el sábado temprano y el baile de las cifras comenzó de nuevo: en el municipio de Minatitlán, el panista Jorge Luis Preciado perdió 8 votos con respecto al cómputo final; en Armería, Acción Nacional ganó 4 votos más; en Ixtlahuacán, el panista perdió 3 votos y así en otros municipios, menos – por supuesto- Manzanillo.GOPR1516

Al final, la diferencia se incrementó a 506 votos del priista Ignacio Peralta Sánchez y se acabó. Ahí quedó sepultado el sueño de la oposición de la alternancia, al menos por otros 6 años más.

La reacción de Preciado Rodríguez fue quitarse la máscara de Blue Demon –el símbolo de su campaña política- y ponerse la de López Obrador: exigió el voto por voto y marchó de Manzanillo a Colima para denunciar presuntas irregularidades en la elección.

La irónica estrategia incluso fue asimilada por su vocero, Francisco Rodríguez, un experredista quien incluso utilizó las mismas frases del tabasqueño: “Hemos hecho manifestaciones en donde no hemos roto ni un solo cristal”. Las vueltas que da la vida, pensé.

Para el PRI fue una victoria pírrica pues perdió la mayoría en el congreso del estado – por primera vez en su historia- y la mayoría de los ayuntamientos, entre ellos, la capital. Incluso las esposas de dos exmandatarios – Hilda Ceballos y Norma Galindo- así como la cónyuge del actual gobernador – Alma Delia Arreola- habían sido derrotadas por Acción Nacional; para los panistas, la jornada electoral marcó el inicio de la lucha por la gubernatura pero ahora en los tribunales.