Comunicado
Ciudad de México.-El Consejo Nacional de la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos para el Desarrollo de las Américas (CIDHPDA) manifiesta su total rechazo al homenaje organizado por la Secretaría de la Defensa Nacional el pasado 12 de mayo, en el que se depositaron los restos del general Hermenegildo Cuenca Díaz en el Panteón Dolores de la Ciudad de México.
Resulta muy desafortunado que se rinda tributo a una figura militar señalada por su participación directa en violaciones graves a los derechos humanos durante la llamada Guerra Sucia. Cuenca Díaz, quien encabezó la Secretaría de la Defensa Nacional durante el sexenio de Luis Echeverría, fue responsable de la firma del “Plan Telaraña” y de la autorización de los “vuelos de la muerte”, una práctica sistemática de desaparición forzada mediante la cual cientos de personas fueron ejecutadas arbitrariamente y arrojadas al mar para borrar su rastro. Esta operación dejó al menos 350 víctimas y está ampliamente documentada por investigaciones periodísticas y reconocida incluso por el propio Estado mexicano.
Desde el Consejo Nacional de la CIDHPDA consideramos que este tipo de homenajes agravia la memoria de las víctimas y revictimiza a sus familias. El Estado tiene una deuda histórica con las personas desaparecidas y asesinadas durante los años 70, por lo que es imperativo avanzar en las investigaciones desde una Comisión de la Verdad para documentar de manera oficial lo ocurrido durante la Guerra
Sucia e identificar a los responsables materiales e intelectuales de las violaciones a derechos humanos, incluyendo mandos militares como Cuenca Díaz.
Noos sumamos al reclamo de organizaciones de derechos humanos como el Centro Prodh, Fundar y Artículo 19, quienes rechazaron enérgicamente dicho homenaje al considerar como inaceptable que, en lugar de avanzar hacia la verdad, la justicia y la reparación, se enaltezca públicamente a quienes estuvieron al frente de políticas represivas.
Exhortamos a las instituciones del Estado a actuar con responsabilidad histórica y a abstenerse de realizar actos que perpetúen la impunidad. La memoria no puede construirse desde el olvido ni el reconocimiento oficial a quienes causaron daños irreparables a la sociedad.