Hoy se cumplen 70 años del suicidio de Hitler

Redacción

BERLÍN.– Alemania tiene un problema casi existencial que arrastra desde que el país quedó confrontado a los crímenes de los nazis y que comenzaron a salir a la luz cuando el Ejército Rojo liberó Auschwitz el 27 de enero de 1945.

Aunque el país, cada vez que la ocasión lo exige, se inclina con humildad ante el recuerdo de las víctimas de la barbarie, un silencio de cementerio reina cada año cuando Alemania se confronta a otros dos aniversarios famosos y que marcan el comienzo y el final de la tragedia:

El 30 de enero de 1933, el día en que Adolfo Hitler fue nombrado, en una ceremonia que duró sólo 15 minutos, canciller del país, y el 30 de abril de 1945, cuando el Führer se suicidó en la soledad de su búnker de Berlín.

La primera fecha tiene una connotación casi traumática para los alemanes del siglo XXI, que aún no logran entender cómo fue posible que un fanático antisemita y nacionalista se convirtiera en el dictador del país gracias al voto popular.

De hecho, 70 años después de la desaparición del III Reich, los alemanes aún siguen confrontados al misterio de cómo uno de los peores asesinos que recuerda la historia universal, los embrujó y los convirtió en obedientes y fanáticos vasallos.

Por eso, las autoridades prefieren pasar por alto el famoso aniversario, una decisión que fue calificada como una “amnesia colectiva” por Charlotte Knoblauch, una importante líder de la comunidad judía alemana.

El aniversario del suicidio de Hitler y de su esposa, Eva Braun, tampoco despierta pasiones en el país y nadie se ha atrevido a convocar al Parlamento federal para recordar la fecha que marcó el comienzo del fin de la guerra. Peor aún, en una decisión que sigue siendo cuestionada, las autoridades de Berlín decidieron cubrir con tierra la fortaleza de acero y hormigón donde Hitler se quitó la vida, en un intento por borrar de la faz de la tierra el último vestigio de lo que sigue siendo el capítulo más oscuro de la historia reciente del país.

Pero el intento de aniquilar el recuerdo del dictador no logró impedir que la ominosa sombra de Hitler siga presente en la memoria colectiva de la nación, a pesar de que la negación del Holocausto y el uso de la simbología nazi sean penados por la ley. El suicidio del dictador no escapa a esta maldición y, algo raro en la cronología histórica, la muerte del dictador aún está rodeada de un halo de misterio que los propios soviéticos se encargaron de propagar, después de ocupar los restos de la Cancillería.

Aunque nadie en Alemania pone en duda que Hitler se suicidó poco después de las 15:00 horas del 30 de abril de 1945, y que su cadáver y el de su esposa, Eva Braun, fueron trasladados a la superficie donde fueron rociados con 200 litros de gasolina e incinerados, durante años subsistió la incógnita sobre la forma en que el Führer había muerto y el destino que corrieron los restos calcinados que fueron descubiertos el 5 de mayo de 1945 por un oficial del Ejército Rojo y un soldado.

El mayordomo de Hitler,
Heinz Linge, relató que el Führer se suicidó con un disparo en la sien izquierda, mientras que su chofer, Erich Kempka, dijo que se había disparado en la boca. “A causa del fuego de artillería, todas las huellas fueron borradas”, añadió el chofer.

Poco antes de suicidarse, Hitler había señalado su deseo de morir para evitar sufrir la vergüenza de tener que huir o la humillación de la capitulación. “Nuestro deseo es que nuestros cadáveres sean incinerados de inmediato en el mismo lugar donde yo trabajé durante 12 años al servicio de mi pueblo”, señaló el Führer en el testamento que dictó a su secretaria Traudl Junge el 29 de abril.

Hitler y Eva Braun querían suicidarse con cápsulas de cianuro, pero el dictador no estaba seguro de la potencia mortal del veneno. Para estar seguro de que el cianuro podía garantizar una muerte rápida, el dictador le dio una cápsula a su perra Biondi, que murió en forma casi instantánea.

La defunción oficial de Hitler fue testificada recién en 1956 por una corte de Berchtesgaden después de obtener el testimonio de 42 testigos. “No existe la menor duda de que Hitler se suicidió el 30 de abril en su búnker con un balazo en la sien derecha”, señala el único documento oficial que existe. Pero el certificado oficial de defunción nunca pudo aclarar lo que había ocurrido con los restos carbonizados, una duda que fue resuelta 25 años después, cuando Moscú, en un raro acto de transparencia informativa, dio a conocer la odisea que corrieron los restos.

Después de recibir una orden de Juri Andropow, entonces jefe de la KGB, un grupo selecto de agentes soviéticos se trasladó a Magdeburgo con una misión secreta: debían desenterrar los restos de Hitler y de su esposa que yacían en un cuartel soviético para hacerlos desaparecer para siempre y evitar el peligro de que fueran descubiertos. En la primavera de 1970 el cuartel debía ser entregado al ejercito de la República Democrática de Alemania, un hecho que dejaba abierta la posibilidad de que los nuevos dueños descubrirán el secreto.

Los agentes, después de desenterrar los restos de la famosa pareja, los incineraron y las cenizas fueron esparcidas en el río Biederitz.

Pero la odisea de los restos del dictador no puso fin a una leyenda que se encargó de propagar el mariscal Gueorgui Zhúkov y, más tarde, el propio Stalin. Zhúkov confesó, en junio de 1945, que nunca se había encontrado un cadáver que pudiera ser identificado como Hitler. “Podría haber huido a bordo de un avión”, dijo el militar. Un mes más tarde, Stalin señaló, en el marco de la conferencia de Potsdam que Hitler estaba con vida y que posiblemente había huido a España o a Argentina.

Verdad o mentira, el suicido de Hitler fue comunicado al país el 1 de mayo por el almirante Karl Dönitz a través de un mensaje radial que fue transmitido a las 22:26 horas de ese dia. “Desde el cuartel general del Führer se nos informa que nuestro Führer ha caído combatiendo hasta su último aliento contra el bolchevismo. ¡Ejército alemán, camaradas!, el Führer ha muerto. Fiel a sus grandes ideas para proteger a los pueblos europeos del bolchevismo, él ha sacrificado su vida de forma heroica. Ha muerto uno de los grandes héroes de la historia alemana”.