El humillante fracaso de los “influencers” y el triunfo de AMLO

SDP Noticias

Ciudad de México.- Si algo puede afirmarse, sin temor a exagerar, es que el virtual presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, fue el rey indiscutible de las redes sociales durante la campaña presidencial.

Partiendo desde las bromas surgidas de temas a todas luces ridículos, como la inexistente “injerencia rusa” en nuestras elecciones (“Andrés Manuelovich”, el “Loro de Moscú”) hasta los memes creados a partir de las ocurrencias del propio candidato (la inolvidable frase “Ricky Riquín Canallín” fue un parteagüas en la campaña, por increíble que esto suene), el candidato de Morena sentó la agenda en redes sociales. Y ya no digamos fuera de ellas, en el “mundo real”, en donde rebasó a sus adversarios en actos de campaña a ras de tierra.

Sin embargo, los adversarios de Andrés no se iban a quedar con los brazos cruzados y trataron de librar la batalla a nivel redes sociales mediante la contratación de “influencers”, sujetos autoproclamados como “líderes de opinión en Internet y en redes sociales” (whatever that means) y que se vendían como “comediantes”, “creativos”, “informadores” y “creadores de memes”. 

Mediante sus intermediarios en las mal llamadas agencias de talento, se repartieron contratos y consignas a diestra y siniestra: atacar en redes sociales al candidato puntero y dar realce a quienes estuvieran en segundo o tercer lugar, respectivamente. Los influencers, entonces, más que simples creativos, terminaron por convertirse en despreciables mercenarios, mercachifles de su ínfimo talento, el cual terminó siendo vergonzosamente vendido al mejor postor.

Súbitamente se vino el “boom” de los “influencers” en nuestro país: aparecieron en radio, televisión, cable y hasta en uno que otro libro en tiendas y librerías de la república.

Me imagino -y conste que esto viene nada más a nivel de especulación- que los “estrategas de campaña” de ciertos candidatos creyeron que algunos influencers podrían ser una de las piedras angulares de una guerra sucia o campaña negra en contra del puntero.

El resultado, todos los sabemos fue un fracaso rotundo de estos dizque expertos en redes sociales. Los presuntos “influenciadores” no influyeron en prácticamente nadie y Andrés Manuel sacó 30 puntos de ventaja a su más cercano competidor, Ricardo Anaya Cortés, quién incidentalmente llegó a gastar una cifra cercana a los 3 millones de pesos ¡diarios! en publicidad en redes sociales.

Para muestra, basta un botón: Tatiana Clouthier, arropada por los “pejeliebers” que la bautizaron como la “tía Tati” en redes sociales, básicamente destruyó (y sigue destruyendo) a un tipo petulante y que cae mal como José Manuel Torres, superándolo ampliamente en impacto de sus mensajes en redes sociales como Twitter. Vean las respuestas y reacciones de un mensaje de Tati (“buenas días alegría”) contra una fallida y homofóbica “broma” del tal “Chimuel” (quien, por cierto, es tan ignaro que no entiende la diferencia entre “algoritmo” y “logaritmo”).

Su derrota fue tan vasta, humillante y contundente que es suficiente con ver la reacción de estos mercenarios de las redes sociales después de que los otros candidatos y el propio presidente Enrique Peña Nieto aceptaran que las tendencias no les favorecían a ellos, sino a AMLO. Es algo digno de terapia psicológica.

Los “influencers” no solo necesitarán un psiquiatra para lidiar con sus males después de esta humillación mayúscula que los desnudó en su total irrelevancia. Tal vez, incluso, tengan que considerar otro trabajo a partir del 1 de diciembre si es que, como todo apunta, se avecina una época de vacas flacas en cuanto a gastos surperfluos e innecesarios en redes, a partir de la entrada de la nueva administración.