El Espejo de las Aves: La oportunidad de que la Presidenta CSP no se hable a sí misma 

Miguel Ángel Juárez Frías 

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Las aves solo le cantan a los de su especie.”

Aguascalientes, Ags.- Veía una película en Netflix (que no me cobre El Clarinete por el anuncio) y en una escena el personaje de perfil filosófico le dice a su interlocutor: “aprende a ver más allá de tu propio reflejo y el de los tuyos, no te conviertas en un ave que solo le canta a los de su propia especie.” 

Me pareció de lo más ilustrador el diálogo. Efectivamente, dicen los etólogos que el canto de las aves es un mecanismo de reafirmación dentro de su especie: sirve para atraer a los suyos, marcar territorio y mantener la cohesión del grupo. Pero rara vez es un puente hacia lo diferente. 

En la política ocurre lo mismo cuando el discurso se limita a reafirmar a los convencidos, sin intención de dialogar con el otro. Así funciona hoy la política en México: más que persuadir o debatir, se reafirma a sí misma en un eco constante, olvidando que gobernar no es administrar un aplausómetro ni reforzar identidades tribales. 

El 9 de marzo, la presidenta Claudia Sheinbaum encabezará un mitin en el Zócalo con el argumento de enviar un mensaje ante las amenazas arancelarias de Donald Trump. Sin embargo, la verdadera naturaleza de este acto aún está por definirse

Si el propósito es responder a Trump, el mensaje debería ser estratégico y diplomático, orientado a fortalecer la posición de México en la escena internacional. Un discurso que, sin perder firmeza, proyecte estabilidad y racionalidad, tranquilizando a los mercados y sectores productivos mientras envía una señal clara de unidad y negociación a nuestros socios comerciales. 

Pero si el mitin se convierte en un ejercicio de reafirmación política interna, si celebra una prórroga como un logro de largo plazo y festeja un simple espejismo político, entonces la convocatoria no buscará enfrentar una amenaza externa, sino consolidar una identidad partidista, reforzar una base ideológica y administrar la percepción del poder. La historia de los mítines en el Zócalo nos dice que, con demasiada frecuencia, estos eventos han servido más para la construcción de discursos internos que para la solución de problemas reales. 

México ha vivido demasiado tiempo en la política del espejo, donde los gobiernos, los partidos y los grupos de poder solo se hablan a sí mismos, convencidos de que su visión es la única que existe. La polarización actual no es producto de una diferencia natural de opiniones, sino de la constante reafirmación de trincheras que han sustituido el diálogo por la descalificación.

Este es el riesgo del 9 de marzo: que sea otra puesta en escena en la que el gobierno se mire a sí mismo y vea solo a los suyos, en lugar de tender puentes con aquellos que también forman parte de la nación. 

La presidenta Sheinbaum tiene en sus manos la oportunidad de romper con esta lógica. Puede elegir entre continuar con la política del espejo o asumir el reto de convocar a una unidad real, no la que se impone como una consigna, sino la que se construye con la inclusión de todas las voces. Puede abrir un nuevo ciclo en el que el liderazgo presidencial no sea solo la reafirmación de una facción, sino la representación genuina de un país que es mucho más que su base electoral.

Si su discurso logra convocar a todos, si en lugar de hablar solo a los convencidos se dirige a toda la nación, si deja de lado la retórica de bloques irreconciliables y asume que la fortaleza de México radica en su diversidad, entonces el mensaje del 9 de marzo tendrá impacto y trascendencia. 

Si es esto último, la fuerza de la unidad del pueblo de México, sus instituciones, sus sectores productivos y su gran mosaico social, encontrarán el eco generalizado para enfrentar cualquier amenaza, sea comercial o de cualquier naturaleza.

Porque este desafío no es exclusivo de un solo gobierno o partido. La política del espejo ha sido una constante en la vida pública del país, donde cada actor se aferra a su propio discurso sin escuchar lo que ocurre fuera de su trinchera. Mientras el poder siga hablándole solo a los suyos, México seguirá atrapado en un ciclo estéril de división y confrontación. La pregunta no es solo para la presidenta, sino para todos: ¿seguirán gobernando con el reflejo de los suyos o comenzarán a ver más allá?

Por eso afirmo que si el mitin se convierte en otro reflejo de lo mismo, la presidenta seguirá levantando muros y México habrá desperdiciado una nueva oportunidad de hacer política con sentido. Porque el mayor peligro de un líder no es la oposición externa, sino la incapacidad de ver más allá de su propio reflejo.