De ocurrencias y otras cosas en el ejercicio de gobierno

Desde mi balcón

Jorge Arturo Ferreira Garnica

“Un príncipe sabio debe pensar en un modo por el cual sus ciudadanos, siempre y en cualquier circunstancia, tengan necesidad del estado y de él; así le serán siempre fieles”.

Nicolás Maquiavelo.

Aguascalientes, Ags.- En un afán totalmente discriminatorio o dicho con mayor propiedad xenofóbico, las autoridades estatales anunciaron hace un par de semanas, una acción, según su propia versión: “de seguridad local y veladamente con fines recaudatorios”, para detener a los conductores de los vehículos con placas foráneas e investigar si su vecindad o asentamiento en el estado es temporal, definitivo, o simplemente son de paso, para exigirles, de proceder, el cambio de residencia de las matriculas de sus vehículos. Estos retenes son un acto arbitrario de gobierno, en virtud de que atentan contra uno de los derechos consagrados en nuestra Constitución Política, que es la del libre tránsito de los ciudadanos mexicanos por todo el territorio nacional. Una acción de esta naturaleza, amén de las molestias e inconformidad causada a esa población objetivo, pone en evidencia a nuestras autoridades estatales, por no haber sido una decisión debidamente planeada, es decir, bien analizada y consensuada con los Poderes Judicial y Legislativo de nuestra entidad. Lo que nos dice que fue otra de esas ocurrencias ajenas por completo a los cánones de la política, pero eso sí, con un evidente criterio contable.

Hoy domingo leí una nota en la que el Secretario de Gobierno Enrique Morán Faz recula respecto a la mal tomada decisión de los retenes para detener a los conductores de vehículos con placas foráneas. Me gusta la forma en que el Secretario Morán Faz dio la cara. Así es como se hace política. Aceptando errores, pero también tomando decisiones acertadas, esto es, bien razonadas y fundadas y no por ocurrencia como fue el caso del Fiscal estatal, que convenció al gobernador sobre esta ocurrencia, con los resultados ya conocidos. Bien señor Secretario, se impuso la razón junto con la política.

Igual que sucedió con este asunto de los retenes, se debe de retomar la ley de vialidad y desechar algunas partes que no encuadran en la realidad que vivimos los aguascalentenses, y mejorar otras para una mejor convivencia y desarrollo de nuestra comunidad. De entrada, debo decir que fusionar dos o tres instrumentos jurídicos en uno sólo, complica, y en mucho, su interpretación, es decir su aplicación. Los grandes juristas siempre han recomendado que las leyes se redacten de la manera más sencilla y simple que sea posible. Juntar tres en una sola, no se constriñe a un simple error, es a su vez, una pésima decisión, pues no simplifica sino complica los escenarios al momento de su aplicación, todo lo cual repercute en nosotros los ciudadanos.

El arte de gobernar requiere de una virtud esencial: La de ser político de verdad y de tiempo completo. Y más aún, si seguimos las enseñanzas de Maquiavelo, como aquella de que, para gobernar, no únicamente basta con haber conquistado el poder, sino saber conservarlo y saber utilizarlo. Y no es nada más eso, el maestro florentino también recomienda que un buen gobernante debe tener buenos cimientos, y con esto se refiere a que debe de tener buenas leyes, que no son otra cosa que esos cimentos, pues sin ellas se hundirá. Y esto es precisamente algo que está pasando en el actual sexenio que gobierna nuestro querido Aguascalientes, respecto a un buen número de acciones, y por supuesto a las buenas leyes, como la de vialidad. Y esto es una realidad, pues en el ámbito de la economía no sólo no han sido capaces de sostener el crecimiento de años atrás, sino que lo han dejado descender; al igual que lo que está pasando con el candente tema de la inseguridad en el que ha sido a la inversa, pues va “in crescendo”.

En suma, que no es lo mismo gobernar que administrar una empresa o llevar la contabilidad de un particular. Si el equipo de gobierno está fallando, como lo muestran las diversas fallas que saltan a la vista, incluidos los índices con los que se mide el desempeño de un gobierno, pues es momento de hacer los cambios pertinentes en el equipo, por personas con perfiles más idóneos para cada cargo, y no al cuarto para las doce, cuando ya todo esté colapsado. Y esto es algo que el filósofo, historiador, literato y político florentino también recomienda para el ejercicio de un buen gobierno, cuando dice que si algún o algunos funcionarios están pensando más en sí mismos que en su encargo y lo que tienen que hacer con ese encargo, entonces esos funcionario están llevando agua a su molino, lo cual les impedirá ser buenos colaborador de cualquier gobierno; pero también se debe tener presente que si un gobernante nos es alguien cuya sabiduría lo distinga del común denominador, ese gobernante nunca podrá ser bien aconsejado, como se vio con lo de los retenes, salvo que por azar e incluso por humildad, se ponga en manos de un solo hombre; hombre al que lo distinga la prudencia para que pueda colaborar en el buen gobierno de cualesquier estado. Ejercicio como el del Secretario Morán Faz, son una muestra de ello. Y como ciudadanos queremos más acciones de gobierno acertadas y no meras ocurrencias, incluido el exceso de publicidad en medios de comunicación, para dar la impresión de que se está gobernando bien, cuando lo que palpamos los ciudadanos de a pie, es todo lo contrario.

 

 

 

Bibliografía: Machiavelli N. (2006). El Príncipe. Comentado pro Bonaparte. 1ª. Ed. Buenos Aires. Centro Editor de cultura.