Con ritual centenario y bajo estricto secreto, así se elige al nuevo Papa

Redacción

Este miércoles 7 de mayo comenzará el Cónclave en el que 133 cardenales electores elegirán al sucesor del Papa, el 267º Romano Pontífice. La elección sigue un minucioso procedimiento descrito en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, que mezcla solemnidad, tradición y secreto absoluto.

Cada cardenal recibirá una papeleta rectangular dividida en dos: en la parte superior se encuentra impresa la frase “Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es dado a aquel que, según Dios, creo que debe ser elegido”; en la inferior, el espacio para escribir el nombre del candidato. Luego de doblarla, deberá llevarla al altar, depositarla en un plato y dejarla en la urna frente a los escrutadores.

Antes de iniciar la votación, se sortean tres escrutadores, tres infirmarii —encargados de recoger votos de los cardenales enfermos— y tres auditores, quienes verificarán la fidelidad del escrutinio. Durante todo el proceso, la Capilla Sixtina permanece cerrada; incluso los ceremonieros y el secretario del Colegio Cardenalicio deben salir antes del inicio.

En caso de enfermedad, los infirmarii llevan papeletas y una caja especial a las habitaciones de los cardenales. Esta caja, vacía y sellada ante todos, se abre nuevamente en la Capilla para integrar esos votos al conteo.

Finalizada la votación, el primer escrutador agita la urna, y el último extrae una a una las papeletas. Estas son leídas en voz alta por el tercer escrutador, y sus nombres se registran. Las papeletas se ensartan con una aguja en la palabra Eligo, se anudan y luego se queman en una estufa que, desde 1939, señala con humo el resultado: negro si no hay elección; blanco si hay nuevo Papa.

Para elegir, se requiere una mayoría calificada de dos tercios, es decir, 89 votos. Las votaciones se realizan cuatro veces al día. Si tras varios días no hay consenso, se realizan pausas para la oración y exhortaciones espirituales, antes de reducirse a los dos candidatos más votados. Aun así, la regla de los dos tercios se mantiene.

Solo entonces, con humo blanco y repique de campanas, el mundo sabrá que habemus Papam. ¿Quién será el próximo en vestirse en la “Sala de las Lágrimas”? La historia está por escribirse.