Cannondale: La historia de su éxito en el mundo del ciclismo

Redacción

En 1971, Joe Montgomery, Murdoch MacGregor y el ingeniero Ron Davis fundaron una empresa en Wilton, zona rural de Connecticut, Decidieron llamarla Cannondale, probablemente en honor a la estación del tren que se veían desde sus primeras oficinas.

En un primer momento hacían prefabricados de hormigón para la construcción. Luego, empezaron a buscar sectores en los que pudieran desarrollar su amor por la innovación: artículos de acampada, aires acondicionados e incluso tuvieron un proyecto que consistía en un motor que funcionaba con amoníaco. Pero pronto lanzaron el producto que cambiaría sus vidas para siempre: el remolque para bici ‘Bugger’, así como las bolsas y alforjas que diseñaron para acompañarlo.

Después de este éxito, los fundadores de Cannondale se dieron cuenta de que debían expandirse aún más y la intención estaba enfocada en hacer bicicletas distintas a cualquier otra que se hubiera lanzado al mercado.

Joe Montgomery asignó al ingeniero Todd Patterson el reto de crear una bici completamente nueva y, en 1983, esta salió por fin a la luz. Fue la ST-500, un modelo de cicloturismo (en el que lucir sus bolsas), y poco después lo siguió uno de carretera. Ambos cuadros estaban fabricados en aluminio, una decisión arriesgada y rompedora para la época, pero que se adelantaría varios años a la revolución que estaba por llegar.

Apenas 12 meses más tarde, en 1984, llegó su primera mountain bike, la SM-500. También de su metal fetiche, desde luego. Los anuncios de aquella época (como el que ves arriba) muestran cómo la compañía hacía gala de ello y de lo que eso implicaba. Frente a los tubos cada vez más finos de las bicis de acero, el aluminio (más rígido y ligero) permitía sobredimensionarlos, lo que a su vez lograba que el cuadro fuera más atractivo y moderno.

Así surgió, a principios de los 90, una gama ya mítica: la CAAD, cuyo nombre se inspiraba en el uso del diseño por ordenador (aunque oficialmente significa Cannondale Advanced Aluminum Design), y que aún sigue dando guerra en su decimotercera, que se dice pronto, generación.

Uno de los ciclistas que más contribuyó a hacerlas conocidas fue Mario Cipollini, que en su época en Saeco convirtió sus Cannondale personalizables (en función del maillot que llevara, una auténtica novedad para el momento) en todo un mito entre los aficionados. Aunque, por aquellos tiempos, la marca ya había dado un pasito más allá, y era una de las primeras en experimentar con la fibra de carbono, lo que llevaría a la primera versión de la Synapse en 2006.

Aunque exactamente la primera Cannondale que utilizó fibra de carbono fue la Super V Raven en 1997, una MTB de doble suspensión fabricada fibra de carbono con esqueleto de aluminio y magnesio y basculante de alumino.

Pero si hay un año que lo cambia todo, ese fue 1994. El momento en que deciden crear su propio equipo de mountain bike, el legendario Volvo-Cannondale. En él corrieron las mayores estrellas de este deporte en aquella época, como el gran Tinker Juárez, Christoph Sauser, Cadel Evans, Alison Sydor o Missy Giove, y eso ayudó muchísimo a cimentar modelos como los Super V, Delta V, CAAD3 o CAAD4 en el imaginario colectivo de los aficionados, como algunos de los más codiciados de los 90.

Sin embargo, no todo fueron rosas para Cannondale a finales del siglo pasado. La compañía se expandió a otros terrenos, como las motos, pero ese movimiento no les salió bien, y acabaron en la quiebra en 2003. Fue entonces cuando se hizo con ella el fondo Pegasus, que volvió a concentrarse en las bicicletas, y en 2008 la vendió al grupo canadiense Dorel, propietario también de Mongoose o GT. Momento en que la fabricación de los cuadros se llevó a Taiwán, aunque la compañía en sí volvió ‘a casa’. 

Una vez la fabricación pasó a Asia (un proceso que duró varios años desde 2006 en algunos modelos) la sede paso a Wilton junto con las otras marcas del grupo GT, Mongoose, Schwinn, etc.

Hace solo unos meses se escribió la última página de esta historia empresarial, cuando el conglomerado holandés Pon Holdings (que ya poseía Cervélo o Santa Cruz) compró todas sus marcas de bicis a Dorel por 810 millones de dólares, o unos 700 millones de euros. Pero lo que seguramente sigamos viendo, pertenezcan a quien pertenezcan sus acciones, es una historia de innovación que continúa. Ahí está por ejemplo el sistema inteligente SmartSense que acaban de presentar.

Y es que también en el terreno de los componentes han sido revolucionarios. Ahí está, por ejemplo, el sistema de pedalier BB30, que inventaron ellos allá por el año 2000, y que tantas marcas han adoptado desde entonces. O la Lefty, la primera horquilla monobrazo, que resultaba excepcionalmente ligera, rígida… y cuyo diseño era tan rompedor, claro. De hecho, mucho se podría escribir sobre las contribuciones de Cannondale a las suspensiones.

Entre sus últimas vueltas de tuerca están la Slate, una bici que, en pleno 2015, se adelantó a la explosión del gravel. O la gran revisión a la que sometieron a la Supersix Evo en 2019. La pregunta ahora sería: ¿qué nos queda por ver en el futuro proveniente de Connecticut? Seguro que más de una sorpresa.

Con información de Brújula Bike