Cálido y eléctrico se mostró Fito Paez en Aguascalientes

Francisco Espinosa

Aguascalientes, Ags.- De todo el cartel de cantantes que se presentarán en el Festival de las Calaveras 2015, Rodolfo “Fito” Páez es el de mayor peso musical desde su amplia trayectoria en un continente en el que desde hace mucho tiempo el rock duerme cobijado y tranquilo muy al sur, cerca de la Patagonia. Referente argentino y músico universal, Páez tocó la guitarra como siempre junto a sus cuatro músicos acompañantes para el deleite de una grada de culto que no estuvo ni cerca del lleno.

Entonces, en una cálida noche en la que se asomó un poco de lluvia, una leyenda viva latinoamericana salió puntual a las 8 de la noche vestido con un traje de esqueleto, de esos que venden alrededor de la Isla San Marcos y que parecen una pijama. La voz aguardentosa y el cabello despeinado del mito cautivaron desde un principio. En ese pequeño espacio, justo al fondo de un vaivén familiar de comercio y ocio, el rockero entró en esa zona a la que va cada que se presenta en vivo. De pronto, tomó asiento y puso sus manos en el piano.

Un día antes, su querido Rosario Central se quedó en la orilla tratando de conquistar el título de liga en el futbol argentino que quedó en manos del gigante Boca Juniors. Tal vez por eso, Fito, aficionado –hincha- ‘canalla’ hasta la médula, se negó a dar entrevistas a los medios locales y ni siquiera accedió a dar la tradicional conferencia de prensa que todos los que se presentan dan una hora antes de su presentación. Inmerso en su zona de confort, en esa burbuja de trato preferencial en las horas previas, Páez no tuvo que hablar ante un micrófono como lo pidió.

Lejos del trato distante hacia la prensa, en el escenario se mostró como siempre lo ha hecho desde hace décadas. Cálido y eléctrico a la vez, el rosarino, consciente que el mexicano disimula más sus emociones que sus compatriotas argentinos, se dedicó a lo suyo sonriendo ante cada oleada de acompañamiento que la gente le iba dando dependiendo de la canción. Como siempre, cuando sus manos se unieron a las teclas del piano, cerro los ojos, alzó su cara y se adueñó del ambiente.

Entonces pasaron “Dar es dar”, “A rodar mi vida”, “Mariposa Tecknicolor” y “Brillante sobre el mic”, entre otras. Pero sin duda, cuando Fito entonó “Al lado del camino”, una canción que ha traspasado -y sigue traspasando- las fronteras generacionales como un himno de vida, los apasionados asistentes que se entregaron al ídolo se quebraron las gargantas por unos minutos, mientras otros grababan la canción con su celular. El artista, sonriente de oreja a oreja, agradeció el gesto.

Luego de una hora y media de rock clásico argentino, dos cambios de atuendo y de un ritmo frenético casi sin pausas entre canción y canción, Fito Páez agradeció la visita a “sus muertitos” como le llamó a sus fieles seguidores. Entonces, deseó buenas noches a varias ciudades del mundo antes de decir Aguascalientes con tono pausado para que la piel de quienes lo observaban se erizara. “ Feliz día de la vida, todos los días”, dijo para terminar antes de hacerle una reverencia a ese puñado de gente que por una noche estuvo en el centro del mundo.