Redacción
La industria del ciclismo se suma a la lista de sectores afectados por la política arancelaria impulsada por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien impuso altos impuestos a la importación de productos, con un énfasis particular en los provenientes de China.
El impacto ya se siente en territorio estadounidense: marcas como Specialized y Trek anunciaron incrementos de hasta 10 por ciento en el precio de sus bicicletas a partir de mayo. El encarecimiento es resultado directo de los aranceles que gravan productos fabricados en China, país que concentra gran parte de la producción global de bicicletas y sus componentes.
En contraste, el mercado europeo todavía no acusa los mismos efectos. Las relaciones comerciales entre Europa y China no han sido modificadas, y muchas de las bicicletas comercializadas en el continente llegan directamente desde las fábricas, evitando así los impuestos estadounidenses.
Sin embargo, expertos advierten que los efectos colaterales podrían extenderse más temprano que tarde. “Sabemos cómo funciona el mercado global: si los costos aumentan en uno de los principales mercados, las marcas ajustan su oferta a nivel global”, señalan analistas del sector.
El temor es que una reacción en cadena, originada por una baja en la demanda en Estados Unidos y ajustes en la producción china, termine reduciendo el inventario global y, en consecuencia, elevando los precios también en Europa y otras regiones.
Mientras tanto, la incertidumbre domina. Los cambios en las políticas arancelarias han sido constantes y, para algunos, el endurecimiento de las medidas comerciales podría ser un farol de Trump para renegociar con sus socios, aunque el costo económico ya empieza a sentirse.
De prolongarse esta tensión, advierten expertos, podría desatarse una nueva crisis global, sumándose a la cadena de choques económicos recientes: la burbuja inmobiliaria, la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania… y ahora, el ciclismo pedaleando cuesta arriba en medio de una guerra comercial.