Aguascalientes del ayer: El Rastro de la calle Guerrero

Cortesía Recuerdos y Tradiciones de Aguascalientes

Aguascalientes, Ags.- Para el 16 de junio de 1905, un nuevo rastro público que vendría a suplir el de la calle del Obraje, se encontraba en construcción, y ya se hablaba de su próxima terminación.

Su inauguración fue el año de 1907, con no muy buenos comentarios.

Este nuevo rastro se ubicaba en la calle de Guerrero en la zona centro de esta ciudad, sus instalaciones con frente por esta calle, abarcaban hasta la de Matamoros, donde se encontraban parte de los corrales precisamente donde era el acceso a la fábrica de vestidos infantiles, Bordados Maty (ya desaparecida).

Contaba con cuatro departamentos: de bovinos, ganado menor,  de cerdos y departamento de fritas y algunos corrales.

Entre los obreros se formo todo un ambiente de camaradería, todos entregados a su trabajo como, José Silva, Guillermo Esparza conocido como “El Zapo”, Jesús Lara “El Chino”, Magdaleno “El Chato”, José González “La Mayata”, Rosalio Rosas, Chon Romo, José Esparza, Isidro “Panchito” Reyes, Salvador Covarrubias, José Santos Silva, Juan Silva “Juan Chivas”, Antonio Pedroza, Arturo Pedroza, Jesús y Antonio “Los Chanazos”, Pascual Zuñiga,  Marcos Gutierrez, José Esparza “El Chavela”, Mauro Reyes “Maguin”, Juan “El Chivo”, Antonio Gonzáles “El Caritas”, y muchos otros,  que pasaban horas de duras faenas.

Muy recordas eran las visitas del Padre José E. Femat al rastro, y al grito de !Ya llegue hijos de la… ! Y entre recordatorios familiares recorría las instalaciones, solicitando la cooperación de los trabajadores, para la construcción del Templo del Sagrado Corazón, de la calle Cinco de Mayo.

Algunos de los obreros además de su trabajo en el rastro, manejaban su propia carnicería, como Antonio Cervantes, Miguel Muñoz, Marcos Gutiérrez, José Vicencio, Isidro Reyes, Pascual Zuñiga y Salvador Covarrubias.

A este lugar acudía una gran cantidad de gente, a que les proporcionaran la sangre caliente de los animales tiernos recién sacrificados, la que se tomaban con la convicción de sus propiedades curativas.

Entre los trabajadores, era muy popular la comida que en el interior del rastro preparaba doña Petra; así como las nieves de don Chilo, que vendía a un costado de la puerta principal.

Y que decir de las celebraciones de fin de año, desde muy temprano los trabajadores se afanaban en barrer y lavar el local, dejando reluciente el piso, y por la noche darse gusto con la música que interpretaba un grupo musical.

El ambiente de camaradería no se reducía al interior del rastro, con el mismo entusiasmo participaban todos los trabajadores en su peregrinación, en honor a la Virgen de la Asunción, en el mes de agosto.

En cuanto a las actividades deportivas, el rastro contaba con su equipo de beisbol, integrado entre otros, por Salvador Covarrubias, Antonio González, Alfonso Palos, Miguel Ramírez y dirigidos por Antonio Valadez.

Las prácticas las realizaban en el campo donde se ubica actualmente el monumento a Juárez, al inicio de la avenida de las Américas.

El rastro de la calle de Guerrero, fue substituido por uno más moderno ubicado por la avenida Universidad, cuyo proyecto inicio en agosto de 1963, al parecer, la primera piedra se coloco el 18 de mayo de 1964, para este cambio, fue necesario capacitar a los trabajadores en el manejo de las nuevas maquinarias, en la ciudad de León, Guanajuato.

En cuanto a la finca donde se ubicaban las instalaciones del  rastro de la calle de Guerrero, de altas y gruesas paredes, con su amplia puerta y sus múltiples ventanas de pesados barrotes, fue destruida en los años sesenta, para construir en ese sitio la escuela Jesús Díaz de León, y donde se encontraban los corrales por la calle de Matamoros, fue instalada una fabrica de ropa (Bordados Maty ya desaparecida).

Así terminaron los días del antiguo rastro de la calle de Guerrero, sin embargo, los viejos trabajadores, siguen añorando aquellos tiempos, con su ambiente de camaradería, que por esa calle dejaron gran parte de su vida.