Los antros, bares, cantinas o como sea que se denominen de la Calle Venustiano Carranza

Jorge A. Ferreira

Aguascalientes, Ags.- Las calle Venustiano Carranza, su incentivación comercial y turística y la orquestación mediática por un incidente de riña suscitado en alguno de los centros de diversión ubicados en ese perímetro, es tan sólo una cuestión de falta de vigilancia. En principio, cuando la anterior administración municipal se abrió a la entrega de licencias para ese tipo de giros, lo hizo con el solo objetivo de convertir esa zona en un atractivo amable y agradable para el turismo nacional, el extranjero e incluso el local, y de paso impulsar el rubro económico de la zona centro, constituyendo un corredor gastronómico y de esparcimiento a partir de la avenida Madero hasta la mencionada calle Carranza.

Así las cosas, la administración anterior que se distinguió por su moderado corte liberal dejó de herencia al nuevo gobierno municipal de cuño estridentemente conservador, una zona en la que bares, restaurantes o antros, -el nombre es lo de menos- a la que por lógica la afluencia de personas con deseos de pasar un rato de diversión por las tardes o noches durante los fines de semana o fuera de ellos, aumentaría de manera considerable dentro del perímetro de ese atractivo corredor de divertimiento, que ya era necesario en una ciudad de las dimensiones y característica de nuestra querida Agüitas. Máxime en la época en la que ahora vivimos.

Recordar que estamos a la mitad de la segunda década del siglo XXI es necesario para uno y otro bando envueltos en la vana discusión sobre el lamentable incidente, en un inútil y hasta fútil juego de ping-pong que lo único que hace, aparte de polarizar a la sociedad aguascalentense, es sembrar el medio entre vecinos y no vecinos, turistas y demás parafernalia que gusta y disfruta la vida nocturna que la ciudad puede ofrecer, en particular  de esa parte de nuestra geografía urbana, a la que podríamos llamar el contrapeso para este tipo de negocios con los que hay en el norte de la ciudad capital, que no son pocos y que sin lugar a dudas no están libres de hechos violentos, e incluso con un más alto riesgo sobre la integridad física de la parroquia que por allá deambula. Cuyas licencias en su mayoría por no decir que todas, fueron expedidas por administraciones municipales del mismo partido que el de la actual. 

En ambos casos la vigilancia, que es competencia de la autoridad municipal, fue algo que se dejó, como casi siempre, para después, y fue un después que no ha llegado. Me refiero a una vigilancia suficiente en número de elementos no sólo de patrullas sino de policías de a pie con rondines constantes, con incursiones físicas a los establecimientos como parte de su función y sobre todo con una comunicación eficiente y eficaz  para responder con puntualidad la precisión propia de una policía moderna. De una policía municipal que además lleva el calificativo de “preventiva”. Es decir, una policía capaz de precaver, evitar, anticiparse o impedir cualesquier tipo de riesgo o suceso al margen de la ley, lo cual no se dio ese día, ni se ha visto hasta el día de hoy, que yo sepa.

Este es el meollo del asunto y no de que si fulanita dio cien licencias y nosotros sólo tres. Ese no es el punto, como no lo es la hora del cierre de los lugares ya que en cualesquier ciudad de otros países la vida nocturna inicia al filo de la media noche y culmina rayando el sol. El punto, el verdadero y único punto se llama vigilancia oportuna, suficiente, profesional y sobre todo atendiendo su denominación de preventiva. Eso es todo, sólo que en el aquí y en el ahora, esa vigilancia le corresponde a esta administración municipal y no a la que ya se fue.

En el ejercicio de la función pública de ejercer un gobierno del nivel que sea, debe existir continuidad en todas las acciones derivadas de dicha función, y no estar en contra de ellas, como lo es en este y otros casos de la presente administración municipal, que quizá ha olvidado o peor aún, ignora que el compromiso más grande de la política es con los gobernados y sus necesidades. A partir de la satisfacción de ellos y la salvaguarda de sus derechos, es que debe construirse cualesquier proyecto o acto de gobierno, y la generación de empleo y desarrollo económico son parte sustantiva de ese ineludible compromiso. Puro sentido común.

A propósito de lo anterior, me pregunto si acaso las obras de pavimentación que se están ejecutando por los cuatro puntos cardinales de la ciudad fueron producto de una planeación consciente y multidisciplinaria, porque dichos trabajos y la calidad de la obra son, desde mi punto de vista, de excelente calidad; pero según lo que he  visto desde el inicio de estas obras no la hubo, lo que sin lugar a dudas esa magna obra en el mediano plazo, se verá afectada con los consabidos hoyos o zanjas que se abren para la reparación de las fugas del agua potable o del alcantarillado, y ello nos hará volver a ver lo que siempre hemos visto, los parches por aquí, por allá y por acullá. Incluso el cableado, de teléfono, gas, corriente eléctrica y televisión por cable les habrían podido construir un ducto por el cual se suministraran estos servicios, incluidas las tomas domiciliarias del agua y drenaje, como se merece una ciudad moderna como la nuestra, pues nunca supimos de que los integrantes del Ayuntamiento de la ciudad y las autoridades y representantes legales de organismo públicos y privados prestadores de estos servicios se hubiesen reunido con la finalidad de que tal obra no se fuera a ver arruinada por esta omisión.