6 películas distópicas para los amantes del cine

Redacción

La distopía o la imaginación de un lugar desastroso, deshumanizado u opresivo, es uno de los escenarios que permiten al cine la creación de historias que sin duda, mantienen la atención de todos.

Si sumamos la creatividad de los cineastas con el avance de la tecnología y con temas como la crisis climática, la inteligencia artificial y las futuras pandemias, el abanico de oportunidades se abre cada vez más.

¿Cuáles son las mejores películas distópicas? Esto es algo en lo que obviamente no hay consenso, pero indudablemente algunas de las mejores películas en la historia del cine han sido distopías.

Podemos empezar mencionando a Metrópolis, la cinta clásica de 1927 de Fritz Lang que inauguró una estética, inspirando a artistas como Kraftwerk cincuenta años después. Metrópolis es una cinta muda un tanto abstracta y expresionista, pero tiene un tema distópico. Es una visión de la gran urbe futurista que divide (y explota) a las personas y del poder de las máquinas y el automatismo diabólico.

La naranja mecánica es otra de las películas que deben considerarse. Este filme de Kubrick está basado en la novela de Anthony Burgess sobre una sociedad de control que ensaya un método pavloviano para corregir a jóvenes criminales o desadaptados. Más allá del tema distópico, que no es tan prominente como en otras cintas, La naranja mecánica no puede dejar de aparecer en una lista de este tipo debido a la genialidad de Kubrick.

Una película que ha resurgido por obvias razones es 12 monos, una inquietante y pesadillesca cinta dirigida por Terry Gilliam. En ella se retrata un mundo que ha sido prácticamente destruido por un virus liberado por el grupo que le da nombre a la película. Un hombre viaja desde el futuro para intentar detener este momento definitivo en la historia e impedir que el virus se esparza. Otra película que merece mencionarse es Brazil, en la que Gilliam mezcla la distopía con el humor y la sátira. El tema es parecido a 1984 de Orwell en cuanto al tono absurdo, evocando por momentos las burocracias pesadillescas de Kafka. Es relevante porque está situada en un futuro en el que una sociedad vive en una especie de mediocridad sin sentido debido a la excesiva dependencia en las máquinas.

No se puede olvidar The Matrix, la serie de películas que marcaron a una generación y que está por regresar al cine. The Matrix actualiza el tema eterno -platónico, hindú, budista, gnóstico- de que vivimos en una realidad falsa. A esto le añade un poco de teoría de conspiración (que ya se encuentra en el gnosticismo) y reimagina el tema desde la perspectiva contemporánea de la simulación informática. En los últimos años algunos científicos incluso le han dado crédito a la posibilidad de que realmente vivamos en una simulación. De los hermanos Wachowski debe mencionarse también V for Vendetta. ​​

La película deanime Ghost in the Shell, de 1995, también es infaltable en una discusión como esta, no sólo porque es una clara precursora de The Matrix. Otro filme clásico en este sentido es Akira.

Un apartado especial (o una especie de cátedra perpetua) podría hacerse para Philip K. Dick, el autor distópico por antonomasia, cuyas novelas y cuentos han sido llevados al cine en películas como Blade Runner (para algunos seguramente una fuerte candidata), Total RecallA Scanner DarklyMinority Report y varias más.

Quizá la distopía más relevante y la que más se parece a la realidad en la que ya vivimos es Alphaville, de Jean Luc Godard. Alphaville retoma la estética y la trama de Metrópolis pero la llena del genio poético -noir y romántico a la vez- de Godard, y de un humanismo que hoy es cada vez más urgente. Alphaville es una “ciudad interplanetaria” dominada por la supercomputadora Alpha 60, una especie de inteligencia artificial totalitaria. Un detective cruza la galaxia para acabar con la expansión de esta oscura inteligencia artificial que controla la mente de sus ciudadanos.

Alphaville es una alegoría de la tecnocracia y de la tendencia (que ya era clara en 1965) a depositar todo poder de decisión en las máquinas. En esa sociedad se controla el pensamiento limitando el uso del lenguaje (idea postulada en su momento por Confucio). Palabras como amor o poesía no son entendidas por las máquinas. Todo se trata de la eficiencia y la pulcritud científica, y las emociones humanas estorban. En el algoritmo de esta computadora (como en los algoritmos que empiezan a gobernar nuestra sociedad) no tienen lugar las emociones humanas, el arte o la religión. De esta manera se programa un futuro eficiente pero totalmente seco y sin espíritu. Godard logra mostrar el enorme empobrecimiento que representa un mundo solamente tecnológico en el que no existe el arte y el contacto íntimo humano, y lo hace a través de la sugestión y la palabra, sin usar “tecnología”, solamente efectos ópticos.

Con información de Pijama Surf