25 años que el PRI perdió lo invicto en Aguascalientes

Gilberto Valadez

Aguascalientes, Ags.- El 6 de agosto de 1995, la antigua aplanadora del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se dio cuenta que ya no era invencible en el estado.

Aquel día, durante las elecciones intermedias para la renovación de alcaldías y diputaciones locales, el tricolor tuvo que reconocer por primera vez su derrota por la presidencia municipal de Aguascalientes: la llamada ciudad estado y del Congreso, en un suceso por el cual ya no habría marcha atrás.

La oposición que pasó de hacer movilizaciones, negociaciones bajo la mesa y hasta en 1986 denunciaba “las elecciones más sucias en la historia de Aguascalientes” fue ganando terreno, hasta la conquista de triunfos que hacen ver muy atrás los tiempos del partido que nunca perdía lo invicto.

Monopolio tricolor

Como sucedió en el resto del país, el PRI se convirtió por décadas en el partido estado de Aguascalientes. Los herederos del antiguo Partido Nacional Revolucionario dominaron a su gusto comicios por la Presidencia de la República, gubernaturas, alcaldías y el grueso de las diputaciones.

Uno de los pocos lugares donde el PRI sí tuvo un revés electoral fue precisamente Aguascalientes cuando en las votaciones de 1946, Aquiles Elorduy ganó una diputación federal bajo las siglas del conservador Partido Acción Nacional.

Irónicamente, un año después Elorduy fue expulsado del PAN y se pasó a las filas del PRI, donde alcanzaría una curul en el Senado.

Salvo ese descalabro, el Revolucionario Institucional conservó la hegemonía electoral por décadas, viendo por encima del hombro a la oposición. Sin embargo, conforme pasó el tiempo, las victorias del PRI resultaban cada vez más cuestionadas; incluso por la ciudadanía en general.

Sólo que el PRI no estaba listo para reconocer derrotas, al menos hasta, la década de los ochenta.

Manifestaciones y hasta desnudos

En las votaciones por la renovación de alcaldías de 1983, hubo una controversia postelectoral por la presidencia del municipio conurbano de Jesús María. Oficialmente se le dio el triunfo a Higinio Chávez Marmolejo. Pero el PAN proclamó la victoria de Luis González Rodríguez. Ante la negativa del PRI y de las autoridades electorales, se sucedieron manifestaciones recurrentes en la plaza principal de Jesús María. Lo cual no cambió el resultado electoral.

Con todo, el PAN tuvo un premio de consolación después que, en posteriores negociaciones con la cúpula del PRI, se aceptó que González Rodríguez asumiera como tesorero en la alcaldía de Chávez Marmolejo.

Tres años después, las cosas no sucedieron con tanta armonía. En las elecciones por la alcaldía de Calvillo, el triunfo fue para el priista Alfonso Lara Silva. Pero esto fue impugnado por el Partido Demócrata Mexicano, que derivó en manifestaciones con cohetones en la plaza del municipio occidental previo a la toma de protesta.

Una versión con tintes de leyenda urbana señala que, a los pocos días de haber asumido el cargo, Alfonso Lara fue sacado por la fuerza del palacio municipal y desnudado en la plaza de Calvillo por militantes del PDM.

“Las elecciones más sucias de la historia”

Los comicios por la gubernatura de 1986 también fueron rechazados por la oposición. El 5 de octubre de ese año, el aspirante del PRI, Miguel Ángel Barberena Vega, sumó 97 mil votos; pero el PAN denunció abstencionismo del 50 por ciento de la población e irregularidades en más de 70 casillas, mientras el PDM se quejó de fraude en alcaldías como el caso de Calvillo.

El 7 de octubre de 1986, PAN, PSUM, PMT y PRT publicaron un desplegado en la prensa cuestionando lo que calificaron como “las elecciones más sucias en la historia de Aguascalientes”, afirmando que el PRI no contaba “ni con el 20 por ciento de la votación real”.

Las quejas de la oposición continuaron en las elecciones intermedias de 1989 cuando Carlos Ortega de León, aspirante del PAN a la alcaldía de Aguascalientes, denunció la supuesta intromisión del gobernador Barberena en la campaña para favorecer al aspirante priista Armando Romero Rosales.

Aunque en la parte final del siglo, el PRI empezó a reconocer derrotas en las gubernaturas de Baja California y Guanajuato, en Aguascalientes el partido aplanadora mantuvo su dominio en las elecciones de 1992 con la victoria de Otto Granados por la gubernatura y un carro completo en las alcaldías y Poder Legislativo.

La caída

No obstante, el partido poco a poco empezó a derrumbar su imagen. Claroscuros en la presidencia de Carlos Salinas, devaluaciones, tragedias y una paulatina inconformidad alcanzaron su cenit en febrero de 1995 cuando el PRI perdió la gubernatura de Jalisco.

Para las elecciones intermedias de ese año en Aguascalientes, el PRI se dio un balazo en el pie. El gobernador Otto Granados designó como candidato por la alcaldía de Aguascalientes al diputado Enrique Pasillas Escobedo: el líder de la fracción priísta quien unos meses antes aprobó la concesión del agua que ya desde entonces era un dolor de cabeza para la población.

La derecha, encabezada por el PAN, tomó la delantera como oposición de la mano del empresario Alfredo Reyes Velázquez, quien en campaña se comprometió a retirar la concesionaria que operaba desde 1993 y que durante los dos primeros años de operación se registraron continuos aumentos en cascada de los recibos.

El PRI no estaba muerto y ese mismo día lo demostraría con victorias electorales en Oaxaca y Veracruz, pero en Aguascalientes, a través de una votación oficial del 55 por ciento del padrón electoral, mordería el polvo ante un triunfo mayoritario de Acción Nacional por la capital.

Las mañas priistas ahora no funcionaron y el 5 de agosto de 1995 el PAN superó al PRI por primera vez en las votaciones por la alcaldía de Aguascalientes.

Dicen que cuando el Mosco supo que era el triunfador de las elecciones, fue a la Catedral de Aguascalientes y se puso a rezar.

Acción Nacional además se llevó las alcaldías de Rincón de Romos, Cosío y Calvillo. También proclamaron su victoria en Tepezalá, pero esta no les fue reconocida por las autoridades electorales. De paso, por primera vez lograría un equilibrio de fuerzas con el PRI en el Congreso.

Dos años después y pese al fiasco de Alfredo Reyes en su promesa de remunicipalizar el servicio del agua, la peor pesadilla de los priistas de Aguascalientes se hizo realidad con la derrota por la gubernatura del estado. Vendrían años de vacas flacas para el tricolor, aunque se pudo reponer y recuperaría la alcaldía en 2007 y la gubernatura en 2010.

Después, el PRI volvería a las andadas: denuncias de abusos, cuestionamientos a sus administraciones y nuevas derrotas en las urnas. Los tiempos del partido aplanadora ya pertenecen literalmente al siglo pasado.