Gilberto Valadez
Aguascalientes, Ags.- La noche del 28 de marzo de 1996, parecía que los días de la empresa privada de agua potable en esta ciudad estaban contados.
En esa fecha, personal de la alcaldía panista de Aguascalientes se apersonó en las oficinas de la Concesionaria de Agua de Aguascalientes (CAASA) colocando sellos de clausura. Sólo unas horas antes, en sesión extraordinaria, el Cabildo der Aguascalientes dio su visto bueno a la Declaratoria de Rescate.
Unos meses después, todas las acciones de la presidencia municipal por retornar el servicio a manos de la alcaldía quedaron en una intentona y, por si fuera poco, se amplió el plazo original de la concesión que era de 20 años, hasta un total de tres décadas.
La sombra salinista
Durante el gobierno priista de Otto Granados Roldán, entre los años 1992 a 1998, hubo una paulatina privatización de bienes públicos en Aguascalientes como la Plaza Monumental de Toros, que pasó a ser administrada por un grupo de empresarios donde curiosamente figuraba David Clemente como gerente de la empresa de los nuevos dueños quien es hermano del entonces Secretario de Finanzas, Enrique.
Para finales de 1993, el gobierno del estado con el aval de la mayoría del PRI en el Congreso del Estado dio luz verde a la concesión del servicio de agua en el municipio capital, por un espacio de 20 años.
En su momento, diferentes partidos de oposición como la dirigencia estatal de Acción Nacional cuestionaron fuertemente la privatización del servicio a la empresa CAASA y advirtieron en cuanto a los riesgos de esta.
Parecía que el tiempo les daría la razón a los políticos de oposición, debido al pésimo servicio de CAASA se convirtió en la mejor bandera política para las elecciones de 1995 por la renovación de las presidencias municipales de Aguascalientes.
Las promesas se las lleva el viento
Para entonces el candidato del PAN a la alcaldía capitalina, Alfredo Reyes Velázquez, era un empresario local dedicado básicamente a la confección de ropa para la práctica deportiva y que era conocido que sus finanzas andaban mal y quien durante su campaña el 21 de julio de ese 1995 abiertamente declaró que, de llegar al cargo, revocaría el título de concesión.
Reyes Velázquez venció en los comicios al priista Enrique Pasillas (que creía que la marca era lo suficiente para ganar y se dedicó a cancelar infinidad de eventos proselitistas e incluso se fue de vacaciones un mes a Europa durante la campaña) y se convirtió en el primer alcalde surgido de la oposición en la época moderna. De paso, el PAN logró un equilibrio de fuerzas con el partido gobernante el PRI en el Poder Legislativo.
Al principio, parecía que las promesas de campaña de Reyes en torno a la empresa privada del servicio de agua iban en serio cuando el 28 de marzo de 1996, el Cabildo de Aguascalientes aprobó en sesión extraordinaria la remunicipalización de la concesión del agua mediante la Declaratoria de Rescate.
Poco después, Francisco Valdés, secretario del Ayuntamiento, acudió a las oficinas de la concesionaria para colocar sellos de clausura e iniciar la salida de la empresa.
Pero no pasó ni un mes cuando el municipio panista de Aguascalientes se hundió en sus propias promesas y para el 13 de abril, Alfredo Reyes dio marcha atrás en su proyecto de remunicipalización.
Mientras el Secretario de Comercio y Fomento Industrial del gobierno de Ernesto Zedillo, Herminio Blanco, coronaba a Caridad I como reina de la Feria de San Marcos e iniciaba la verbena nacional, el gobierno municipal del PAN había llegado a un acuerdo con Caasa y con supuestamente más controles hacia la empresa.
Incluso hubo la propuesta de aumentar el plazo a 30 años. Ello ocurrió el 30 de agosto de 1996, cuando el Congreso de Aguascalientes – ahora entre el voto del PAN y algunos legisladores del PRI- aprobó aumentar una década.
El aval de Felipe
Los motivos de porqué el PAN dio marcha atrás nunca quedaron muy claros. (pero sí hubo una notoria mejoría en la vida económica del alcalde).
En marzo del 2000 Armando López Campa, a la sazón líder del PRI en el Congreso del Estado, declaró a medios locales que el entonces presidente nacional del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, había dado su visto bueno a los panistas de Aguascalientes para ampliar el plazo de la concesión.
La declaración de López Campa nunca fue desmentida.
Tampoco hubo los supuestos beneficios ni se aplicaron los controles que el municipio panista de Alfredo Reyes dijo que se tendría hacia la empresa, ni siquiera hubo auditorías continuas como se prometió.
Lo único cierto es que la empresa sigue operando en Aguascalientes, ahora bajo el nombre de Veolia, y que se mantienen las quejas hoy igual que en el año 1995. Aunque en mayor medida.
La única ligera diferencia es que Alfredo Reyes sigue pegado al erario, pero no como presidente municipal, sino ahora como asesor de la alcaldía capitalina.