Inauguran nueva exposición en el Museo Posada

Redacción

Aguascalientes.- Sin duda la presencia del agua ha sido central para todas las culturas en general y para cada ser humano en particular. Ya sea por su abundancia o su escasez, el precioso líquido es sinónimo de la vida en el planeta, como también lo es del pensamiento filosófico, artístico y estético.

Desde que se usaron imágenes para representar su existencia y su influencia, el agua en cualquiera de sus tres estados ha sido concebida como un símbolo de divinidad, como un signo de abundancia , y como recurso económico. En la obra plástica de Renata Gerlero coexisten tres modos de representación del líquido que coincide con la era de los ídolos, la de la estética artística y la era líquida en que vivimos a la que se refiere Zygmut Bauman.

La representación alquímica del agua fue símbolo de la impermanencia y el cambio, numerosas efigies religiosas mostraban los valores del agua: su transparencia, su fuerza dinámica, su cualidad reflejante. Esos valores han sido transmitidos a través de dioses, misteriosas anécdotas, y creencias como el bautizo, que reflejan la importancia del agua como elemento purificador.

En particular, las obras en esta exposición dan cuenta de dos fenómenos; por un lado, la manera en que Renata Gerlero utiliza los elementos de las técnicas artísticas del grabado para dar expresión estética a las diversas formaciones acuáticas y las huellas que están dejan sobre la superficie, en desiertos, superficies líquidas y cristales. Cada grabado demuestra la acción del líquido con el paso del tiempo y la acción física del material.

Por otro lado, la impresión que transmiten el papel y las tintas, conjugados en el oficio de la artista, nos hacen más sensibles a las cualidades del agua para representar los estados de ánimo, el carácter y los temperamentos del ser humano. En más de un sentido, las obras presentes en esta exposición no conciernen directamente al agua en sí, sino al efecto estético de esta sobre nuestra percepción.

Renata Gerlero nos invita a recordar que así como el cuerpo humano está constituido en su mayoría por agua, todas sus emociones son productos de escurrimientos, sedimentaciones y evaporaciones, que no son otra cosa que nuestras propias experiencias estéticas que proceden de nuestra reflexión sobre el agua.