Enrique Bejarano, más que una promesa tapatía

El Informador

“Es una adrenalina muy bonita”, así es como define Enrique Bejarano la emoción que le causa bailar ballet, misma que practica desde los siete años: “Bailo porque para mí es algo hermoso poder expresar con mi cuerpo todo lo que siento”, comparte en entrevista.

Con 15 años de edad, la formación de Enrique ha pasado por las mejores academias: estudió en la Escuela Cubana de Ballet Fernando Alonso y con el maestro Alejandro Agüero, en La Habana. Aunque la raíz de su desarrollo comenzó en “una escuela de flamenco; luego, estudié con Doris Topete y estuve con Ana Torquemada, en la Real Academia de Ballet, en Zapopan”.

La cosecha de lo que ha sembrado Enrique comienza a salir a flote, pues del 12 de abril al 21 de abril participó en el Grand Prix de Nueva York, quedando en el primer lugar de su categoría: “Me fue muy bien gracias a Dios, el jurado se quedó impresionado, fui el mejor de mi categoría que es la Junior Men, en la que participan bailarines de 13 a 15 años; yo tengo 15 años”.

Enrique narra que en el Grand Prix en total compitieron mil 500 bailarines de todas partes del mundo y “en mi categoría  fuimos 300 varones”, agrega.

Sobre la relevancia de este certamen, el joven bailarín comenta: “Este premio es de los más importantes de todo el mundo, sirve para abrirte puertas en todas partes y lo más importante son las becas que dan, porque son becas mundiales a Estados Unidos y a Europa; yo por lo pronto gané una para estudiar en Montecarlo en Mónaco y me voy en septiembre por cuatro años”. Estudiará en la Academia de Danza Princesse Grace, en Montecarlo.

Sin duda, la emoción que embarga a Enrique le permite soñar en grande, pues señala que esta beca es el inicio de una nueva vida, aquella que tanto ha deseado: “Estoy muy emocionado porque esta es una gran oportunidad para mi carrera, porque ya estaría viviendo en Europa y me quedaría a vivir allá. Mi futuro va a ir creciendo poco a poco; es algo que me tiene muy emocionado; y para ser mejor, me sigo preparando físicamente.”

Al cuestionar a Enrique en qué compañía le gustaría iniciar su carrera, una vez que concluya su formación, sin titubear responde: “Para iniciar me gustaría bailar en la compañía del Stuttgart Ballet —la primera gran compañía de ballet alemana—;  es una compañía que otorga experiencia en el escenario; posteriormente, mi gran sueño es bailar en el The Royal Ballet de Londres”, comenta.

Bailará en el CAE

Previo a su viaje a Mónaco, el menor de los Bejarano bailará en el Conjunto de Artes Escénicas (CAE), donde presentará  “Allegro! Gala Internacional de Danza”, en la Sala Plácido Domingo.

Mostrará su arte junto con bailarines destacados del Washington Ballet, como su hermano Rafael, quien pertenece a dicha compañía; cabe señalar que el tapatío se presentará con apoyo de la División de Artes y Humanidades de la Universidad de Guadalajara en cooperación con el Instituto Superior de Ballet Cubano.

Durante 97 minutos, la gala incluirá 12 fragmentos de obras clásicas, neoclásicas y contemporáneas, completan el cartel los alumnos de la División de Artes y Humanidades con las obras “Talismán”, “Paquita”, “Mercader” y “Don Quijote”, con coreografía del gran Marius Petipa, hasta piezas nuevas como “Dos para el danzón”, una coreografía diseñada por el maestro tapatío Rafael Carlín. La función tendrá como finalidad recaudar recursos para la manutención de Enrique en Europa

Tradición familiar

El ballet ha sido una aventura familiar para los hermanos Bejarano Vidal, tres jaliscienses que han incluido en su formación personal esta disciplina de las bellas artes. Todo comenzó con el mayor, Édgar Bejarano Vidal (de 24 años), quien cursó el bachillerato especializado en artes plásticas en el Cedart (Centro de Educación Artística) y quien actualmente imparte clases en el Instituto Superior de Ballet Cubano.

El hermano de en medio, Rafael, empezó con las clases sabatinas, primero con gusto por el flamenco, más tarde con lo clásico de la danza. Fue en la Real Academia de Ballet de Ana Torquemada donde Rafael estuvo poco más de un año, hasta que viajó a Veracruz donde recibió clases magistrales con maestros internacionales; al final de su estancia participó en una gala que le mereció ser invitado a un par de escuelas en Estados Unidos. Optó por Washington, donde ya consiguió un contrato por dos años; a sus 19 años, baila en Washington Ballet.

El pequeño, Enrique (de 15 años), ha vivido en Cuba,  isla en la que encontró nuevas experiencias, una educación especializada y la satisfacción del éxito, el cual continuará en Mónaco, en la costa mediterránea de Francia.