En el PAN de Aguascalientes les tiembla la mano

El Clarinetero

Aguascalientes, Ags.- La delicada situación del Comité Directivo Estatal es la gran oportunidad para que a Paulo Martínez López no le tiemble la mano y aplique la ley, aparte si quiere quedar con el discurso que solo parece eso de la Anti corrupción que tanto proclama el líder nacional de su partido, Ricardo Anaya pues ahí está y tienen que sancionar al diputado federal, Jorge López Martín.

El grupo de orozquistas se hacen que la virgen les habla, por ello Paulo Martínez defiende a su antecesor que como de muchos panistas es conocido se gastó el presupuesto al dilapidarlo en francachelas, opíparas comilonas y abundantes bebidas alcohólicas a salud del pueblo que le otorga los recursos a los partidos políticos.

Es el tiempo de ser congruentes y ver que la última parte de la gestión de López Martín no soporta un corte de caja, la auditoría interna y sobre todo la norma debe aplicarse, como no se aplicó en su tiempo con Arturo González que utilizó el erario como caja grande y no chica.

Ahora más que nunca es el momento de predicar con el ejemplo y obligar a que Jorge López devuelva lo que malgastó y sobre todo aplicar las sanciones que se merecen, de lo contrario seguirá como en el PRI y todos los demás el clásico “tapaos los unos a los otros“.

La realidad es que del boquete financiero que dejó López Martín en el blanquiazul tiene en estado crítico a los panistas que ahí laboran, toda vez que hasta rebaja de sueldos y sobre todo recortes de personal provocó la pésima administración.

Ah pero que lindas son las borracheras y sobre todo cuando no cuestan. Por ello las deudas ahogan al blanquiazul y su condición económica es endeble para enfrentar los compromisos adquiridos con propios y extraños.

El tiempo apremia en el PAN y si la moral que dicen practicar, no es como luce es decir doble, pues habrá que aplicar la ley tope donde tope y sea contra quien sea.

Aunque desde ahora lo dudamos, los panistas seguirán siendo unos hipócritas que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.