Modelos colombianas, actrices y hasta una experta en rejuvenecimiento visitaban asiduamente al narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán en sus campamentos para realizar lo que una fuente describió como “brigadas de sexo y salud”.

Todo el mundo quedaba contento. ‘El Chapo’, porque se había acostado con una mujer bella. La mujer, porque ganaba buen dinero y el intermediario entre los narcos y la mujer porque se quedaba con un porcentaje no despreciable.

Así resume Carlos el ciclo de un negocio del que fue un feliz beneficiario: la contratación de mujeres hermosas que una o dos veces al mes viajaban a los campamentos de Guzmán para satisfacer su desaforado apetito sexual.

“Guzmán no tenía límites, era una máquina sexual, un monstruo que había que alimentar constantemente”, relató. “Si no se acostaba con alguien un día, se comía lo que se moviera’”.

Carlos es el nombre ficticio de un hombre que estuvo en las entrañas de los carteles de la droga y que relató esta historia con la condición de no revelar su verdadera identidad. Univision confirmó con otras fuentes su participación en los carteles mexicanos y las conexiones con los colombianos. Carlos colaboró con el gobierno de Estados Unidos.

Mientras recordaba con los reporteros de Univision sus años de aventuras con droga, dinero y mujeres, pasaba con su índice cientos de fotografías en su teléfono celular. Al encontrar las imágenes de las jóvenes, conocidas en Colombia como ‘prepagos’, celebraba con una sonrisa.

“Esta estuvo allá, es modelo”, comentó. “Esta es actriz”, dijo al reconocer a una trigueña que trabajó en una narconovela.

‘El Chapo’ las prefería colombianas, según él, no solo por su belleza sino por su dulzura y simpatía. La mayoría de las veces Guzmán no escogía la modelo con quien quería pasar la noche. Las deficientes comunicaciones en las áreas remotas donde se movía, dificultaban el envío de fotografías.